Reducir en más de un 60% las ayudas a la minería es sentenciar a los mineros al paro, al abismo, al hambre.
Las minas nunca han sido rentables en este país. Es muy caro producir
una tonelada de carbón, y si a eso le sumamos las condiciones de
trabajo infrahumanas de los mineros en otras partes del planeta, lo
llevamos claro... Pero ¿acaso resultan rentables todas inversiones en
obras faraónicas que contemplamos a lo largo y ancho del país? ¿Resultan
rentables los aves a ninguna parte, los 50 y pico aeropuertos, algunos
sin aviones, las ciudades del agua, las subvenciones a la iglesia, a los
partidos, a la patronal, a los equipos de fútbol...?
Pues no, no resultan rentables. Bueno, eso no es del todo cierto, si que resultan rentables para ellos, los que se llenan los bolsillos con lo que nos roban con los impuestos (políticos corruptos y empresarios).
Tampoco cumplen estas ayudas ningún tipo de función
para la sociedad. Sin embargo, las escasas minas aún abiertas cumplen la
importante función de alimentar a miles y miles de bocas, y si cierran
las minas ¿Qué!, si cierran las minas ¿De qué se alimenta esta gente? (Ellos no os responderán).
Estamos asistiendo al expolio de todos nuestros
derechos logrados con sangre y sudor (y que sangre y dolor nos van a
costar en nuestras vidas). Curiosamente no asistimos a recortes en el
ministerio de defensa, o a recortes en la candidatura de Madrid a la
olimpiadas ¿Qué tiene de positivo esto para nosotros? Si cierran las
minas, ¿qué comemos? ¿las balas de los fusiles?.
Estas inquietudes a ellos no les importan y no las van a responder ¿Por qué habría de importarles mandar a la calle a 4.000 familias sólo en Asturias?
Pues nada les importa y nada les importará porque ni conocen ni quieren conocer nuestra realidad.
Nada les importa cómo han quedado las cuencas
mineras tras la reconversión y el cierre de las minas. No les preocupa
lo más mínimo el hecho de que en ellas se viva exclusivamente de la
pensión del güelu o del padre, ni les preocupan las tasas del 50% de
desempleo en la juventud. Se la trae al pairo que los jóvenes se vean
condenados a emigrar para trabajar como esclavos por cuatro duros lejos
de su hogar. Miran para otro lado ante los problemas de alcoholismo y
drogadicción que ellos, y no otros, han generado. Les da absolutamente
igual que no haya futuro.
También los sindicatos convocantes de estas jornadas
de lucha tienen gran responsabilidad, pues fueron ellos, y no otros,
los que mediante su estrategia de desmovilización de los mineros, se
vieron incapaces de ejercer presión para que los planes de
reindustrialización se llevarán a cabo (porque al capital le daba
exactamente igual).
Lo que consiguieron en los despachos los vientos de las crisis lo borraron rápidamente.
Por ello debemos de apoyar a los mineros en estas
luchas, y en las que vengan, (como en las huelgas del 62) para evitar
que la desastrosa situación que hoy ya viven las cuencas mineras no se
repita o no se agrave.
Para evitar que se rían de nosotros y demostrarles
que estamos unidos defendiéndonos mutuamente, y cuando sean otros
(Arcelor, Hipercor, etc.) los que luchan vamos a estar ahí.
Siempre sin perder de vista a aquellos que dicen defendernos y representarnos pero que sólo hacen que vendernos.