Fernández Díaz ha comparecido ante la prensa tras el traspaso de poderes con su antecesor, en una sala abarrotada de altos cargos de su partido y responsables políticos y policiales en Interior durante el Gobierno de Aznar, como el exministro Ángel Acebes o el exdirector de la Policía, Juan Cotino.
“He leído los periódicos, que dicen que me va a corresponder la gestión del final de ETA. Tengo que decir que me alegro de que ETA haya dejado de matar; es una noticia buena” dijo antes de afirmar que lo ha hecho por la actuación “implacable e impecable” de las Fuerzas de Seguridad. “El cese de la violencia es condición necesaria, pero no suficiente: lo que tiene que decir es que deja de existir”.
Fernández Díaz tuvo un gesto con sus antecesores en el cargo, de quienes le constaba, dijo, que no habían sobrepasado los límites de la ley, en una alusión velada al proceso de paz roto por la banda en diciembre de 2006. Un detalle de despedida cuando el PP hizo de este tema uno de uno de sus argumentos para criticar al Gobierno de Zapatero, al que acusó de traicionar a las víctimas.
También anunció que no va a desmantelar los servicios de Información “por lo menos hasta que ETA diga, y comprobemos, que ha dejado de existir”. No olvidó un recuerdo para las víctimas del terrorismo, a las que alabó como ejemplo ético y moral, “que nunca han recurrido a la venganza”.
La sorpresa vino cuando aludió a las manifestaciones de protesta que ha vivido Madrid como consecuencia de la crisis económica, promovidas por el movimiento 15M. No lo citó, pero a buen entendedor, pocas palabras bastan. “Vivimos y vamos a vivir momentos complicados que van a requerir de mucha mano izquierda, mucho diálogo y de voluntad de entendimiento –comenzó su aviso a navegantes-. Voy a defender los derechos de reunión y manifestación, pero en el marco de la ley para que sean compatibles con otros, como que los ciudadanos puedan transitar por la calle con tranquilidad (…) La paz social tiene un valor especial en este momento y en los que van a venir”.
Tampoco citó de forma explícita al PNV y a CiU, que reclaman el derecho a decidir de los ciudadanos vascos y catalanes sobre la relación que quieren tener con el Estado, pero la alusión fue también muy clara. Tras una defensa de la Constitución, “ejemplar” e “impecablemente democrática”, producto del consenso, criticó a quienes “desde algunos ámbitos la cuestionan”.
La comparecencia concluyó con una llamada a Policía y Guardia Civil, a los que pidió “eficacia, eficiencia y lealtad institucional”. Después vinieron los corrillos y el tradicional “besamanos” de los presentes, que le desearon todo tipo de parabienes. María Dolores de Cospedal, Juan José Lucas, Carlos Aragonés, Alicia Sánchez Camacho y Jaime Michavila fueron algunos de los políticos de su partido presentes. La nota de color la puso el arzobispo castrense Juan de Dios Ramírez, que lo es también de la Casa Real, amigo personal del nuevo ministro, cuya fe religiosa es conocida.
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