Poder
Esta célebre frase de Louise Michel acaba de aparecer de forma inesperada, pero que no podría ir mejor para los anarquistas: la forma de la razón y de la ciencia.
Recientes análisis procedentes de la Universidad de Columbia demuestran que las situaciones de poder modifican los equilibrios químicos en el cerebro. Estos análisis consistieron en observar muestras de personas que ocupaban niveles de poder variados en organizaciones o empresas, y han descubierto que a medida que avanzaban en los escalones del poder, se veía una zona del cerebro más activa (esta zona se llama estriación y está repleta de dopamina). Es una zona muy primitiva, que forma parte del "circuito de la recompensa", que incita al individuo a maximizar sus oportunidades de supervivencia en situaciones hostiles o en sociedad, así como sus oportunidades de procrear. Eso se traduce en la búsqueda de una mejor alimentación y unas condiciones de vida más favorables, y entre los humanos en el ingreso de dinero y de las parejas sexuales más numerosas posible.
El poder por tanto aumentará ese proceso y animará al individuo a abusar de él. Este último aspecto acaba de ser confirmado por un estudio procedente de los Países Bajos, realizado en 1.561 personas, en el que se ha descubierto que cuanto más elevado fuera el escalón en la empresa por parte de una persona, más parejas sexuales tenía.
Hay que saber también que este sistema cerebral forma parte de un sistema denominado "de refuerzo" que, una vez desencadenado, exigirá cada vez más al individuo. Son los cimientos de la droga y de las adicciones.
Resultado: cuanto más poder se tiene, más se quiere.
Otros estudios demuestran los procesos que tienen lugar en las situaciones de poder; autolegitimación, autoestima desmedida y sobredimensión del ego, que llevan a achacar a su entorno de cualquier error en caso de su fracaso propio ante una situación.
Estos análisis ponen en evidencia lo que nosotros llevamos tiempo tratando de demostrar: el poder (incluso bajo sus apariencias más anodinas) supera las capacidades razonables del ser humano.
Esto plantea también la cuestión de la moral y la ética (lo que se puede hacer y lo que no, aceptarlo o rechazarlo y su porqué), de la fragilidad de los individuos a los que se da el poder y a los que hay que obedecer (experiencias de Milgram).
Todo esto exige una reflexión, un análisis y un debate, porque si en nuestras sociedades industrializadas el poder ha tomado unas formas extremadamente aberrantes, algunas sociedades llamadas "primitivas" funcionaban con un mando relativamente diferente, en el que el "jefe" existía gracias a sus capacidades y el reconocimiento unánime de la tribu, y no estaba, por tanto, autorizado a dictar su ley propiamente dicha; era una cuestión de moralidad. En nuestro caso, la puesta en cuestión del poder es unánime y no podemos sino ir hacia la difusión de esta reflexión y estos análisis. Los instrumentos libertarios están de actualidad más que nunca: democracia directa, mando imperativo, rotación de las tareas, etc.
Y yo añadiría la modificación de nuestras costumbres culturales judeocristianas, que ponen por delante la existencia del "salvador", en pro del desarrollo del individuo pleno, consciente y reflexivo, en el marco de una educación perpetua. ¡Y todo eso sin contar todo lo que queda por inventar y descubrir!
Tristan
http://www.nodo50.org/tierraylibertad/6articulo.html
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