lunes, 21 de mayo de 2012

Ecuador: Rafael Correa dispuesto a una alianza con la derecha en pos de la reelección


Mateo Martínez Abarca

“Nuestra revolución ecuatoriana, es una revolución eminentemente original”
José María Velasco Ibarra, cinco veces presidente del Ecuador
A no pocos se les habrá caído la mandíbula al piso cuando el presidente Rafael Correa afirmó este miércoles 16 de mayo que, de cara a las próximas elecciones del 2013, estaría dispuesto a tejer alianzas inclusive con políticos de derecha. “Siempre hemos estado abiertos a toda clase de alianzas en función del país, de programas, de coincidencias no solo ideológicas, porque para mí más importante que las ideologías son los principios”.1
Más allá del tono típicamente caudillezco y populista del discurso (afirmación de lo moral por sobre lo ideológico) y de que en los hechos era patente desde ya hace algún tiempo el giro a la derecha del gobierno; la apertura pública de Correa a una alianza con sectores de la derecha es de singular novedad dentro el proceso de los últimos cinco años. No solamente se trata del agotamiento de un discurso, si se quiere, “anti sistémico”, con el que Correa ha seducido tanto dentro como fuera del país, sino también un parte aguas político que debe leerse minuciosamente. A continuación se proponen algunos elementos a tomar en consideración.
1. Mega minería, ampliación del modelo extractivista y revitalización de la capacidad de movilización de indígenas y sectores populares.
Entre los antecedentes recientes, es necesario recordar que hace pocos meses el gobierno de la “Revolución Ciudadana” firmó con una compañía china el primer contrato para explotación de minería metálica a gran escala en el Ecuador. El proyecto Mirador, ubicado en la cordillera del Cóndor al sureste del país y destinado a la extracción de cobre, es el primero de una larga lista de proyectos de desarrollo de la minería industrial en los planes del régimen.

Con el movimiento indígena a la cabeza y junto a la Coordinadora Plurinacional por la Unidad de las Izquierdas, la gran mayoría de sectores populares organizados han demostrado firme resistencia a la continuación del modelo extractivista en el Ecuador. Dicha resistencia, que ha tenido como respuesta desde el gobierno tanto la represión como la persecución judicial, pasó al plano de la protesta en las calles: entre el 8 y el 22 de marzo, se realizó la “Marcha plurinacional por el agua, la vida y la dignidad de los pueblos”, que recorrió gran parte del país.
A pesar de una vasta campaña de descredito (que no excluyó contenidos abiertamente racistas contra el movimiento indígena)2, organización de contra movilizaciones mediante aprovechamiento de recursos públicos3, así como intentos de desarticulación a través de los aparatos de seguridad del gobierno;4 la marcha se desarrolló con sorprendente éxito y, a su llegada a Quito, recibió innumerables muestras de respaldo, cariño y solidaridad por parte de la población.
Aunque en las semanas de movilización bulleron torpes acusaciones de golpismo por parte del gobierno e intelectuales latinoamericanos como José Steinsleger5; la movilización de indígenas y sectores de la izquierda no tuvo en absoluto la finalidad de desestabilizar al régimen. La marcha transcurrió pacíficamente a pesar de las provocaciones y la paranoia, culminando con una enorme concentración y posterior entrega de las demandas ante el presidente de la Asamblea Nacional.

El éxito de la marcha representó -y en esto coinciden la mayoría de análisis-, una clara muestra de la revitalización de la capacidad de movilización popular desde la izquierda, que -además de sufrir el letargo propio de las expectativas de transformación que ofrecía el régimen-; ha tenido que enfrentar la acción coordinada desde el Estado para cooptarla o desmovilizarla.
2. Tratado de Libre Comercio entre Ecuador y la Unión Europea e inviabilización de un proceso de redistribución de la tierra: Rafael Correa asume la posición de empresarios y terratenientes.
Durante los últimos meses el gobierno ha continuado con las negociaciones tendientes a la subscripción de un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea. Aunque el régimen de Correa se ha empeñado en sostener eufemísticamente que no se trataría de un acuerdo de libre comercio, sino uno “para el desarrollo entre los pueblos”; la contraparte europea ha puesto en claro que los términos no serán diferentes a los ya alcanzados en las negociaciones mantenidas con Colombia y Perú.
El acuerdo es promovido insistentemente por el empresariado, la banca, los medios de comunicación, y al interior del gobierno por los grupos cercanos a las élites encabezados por la ex funcionaria del gobierno de Mahuad, la actual embajadora en los Estados Unidos Nathalie Cely. Advirtiendo la notoria inclinación de la balanza hacia una posición pro acuerdo por parte del presidente, los escasos críticos han ido abandonando el gabinete. Primero fue la Ministra Coordinadora de la Política Económica Katiuska King en el mes de octubre del 2011, y más recientemente, el vicecanciller Kintto Lucas, quien presentó su renuncia durante los primeros días del mes de abril.
A pesar de que al interior de la “Revolución Ciudadana” aún permanecen varios militantes históricos de la izquierda, que defienden la cada vez más endeble tesis de que “el proceso está en constante disputa”, en torno al TLC esta posición parecería haber llegado a su quiebra final. Aunque la Constitución de Montecristi prohíbe de manera tajante los acuerdos de libre comercio, la red de organizaciones sociales Ecuador Decide ha denunciado que el gobierno se encuentra restringiendo la información en torno a las negociaciones (realizadas además en Bruselas), de las cuales cual se informará a la población cuando los hechos se encuentren consumados.
Durante la campaña del 2006, uno de los elementos centrales de la plataforma política de la Revolución Ciudadana, fue precisamente la no reanudación de las negociaciones para la firma de un acuerdo comercial con los Estados Unidos, (las cuales venían desarrollándose primero durante el derrocado gobierno de Lucio Gutiérrez y finalmente durante el breve lapso que duró el de su vicepresidente, Alfredo Palacio). La suspensión definitiva de las negociaciones de un TLC con los Estados Unidos constituye una de las más importantes victorias en la historia reciente de las luchas sociales en el Ecuador. Un acuerdo con la Unión Europea pavimentaría el camino político al restablecimiento de las negociaciones para un TLC con los EE.UU.
Este no es el único tema en el que el gobierno ha adoptado la posición de las élites y sus representantes políticos de la derecha. Otro tema candente y de mucha preocupación sobre todo para los sectores indígenas y campesinos, es el tratamiento de la nueva ley de tierras. Hace pocos meses, Correa reveló en un discurso su cercanía con la posición de los grupos terratenientes y de la agro industria exportadora, al mostrarse reacio a un proceso de redistribución de tierras (necesidad histórica en un país de alta concentración de la tierra en grandes propiedades como el Ecuador). En el mes de noviembre del 2011, Correa declaró:
“Algunos quieren definir latifundio de acuerdo a un tamaño: más de 100 hectáreas y ¡prohibido los latifundios, la Constitución prohíbe el latifundio…! [Pero] lo importante es la propiedad y lo importante que se esté produciendo… Primera idea de fuerza: cuidado por hacer un bien hacemos un daño mayor… Para que todos seamos propietarios partamos estas 2.000 hectáreas en 1.000 familias a dos hectáreas cada familia. Bueno, vamos a tener 2.000 familias más pobres que antes. La segunda idea de fuerza es la productividad. Tenemos una productividad agrícola demasiada baja. Y en la economía campesina esa productividad es desastrosa. Y parte de esa baja productividad son las pequeñas parcelas de terreno. Incluso, con el sistema capitalista, si tenemos una producción de 2.000 hectáreas y una sociedad anónima con 200 accionistas en buena hora: se está democratizando en algo la propiedad de esa tierra. Esto es lo que no entienden muchos compañeros. Por ahí veo proyectos de tierra, incluso del propio Consejo de Soberanía Alimentaria, que tienen solo esa visión de justicia. Cuidado, por buscar la “justicia”, entre comillas, destrozamos la eficiencia y lo que hacemos es a todos igualitos, pero igualmente miserables, igualmente pobres.”
Para Correa, el criterio de una repartición justa de la tierra para los campesinos, puede representar una amenaza contra la eficiencia de la producción agrícola. La conclusión en esta argumentación del presidente, es que es preferible una distribución injusta de la tierra a una reducción de la eficiencia, a pesar de que innumerables estudios muestran que no hay fundamento teórico sobre la disminución de la eficiencia productiva en la pequeña propiedad campesina. No hace falta recordar además que la firma de un TLC beneficiaría sobre todo a la agro industria exportadora, afectando gravemente a los pequeños campesinos.
3. Algunas conclusiones
Además de declarar la apertura a una alianza con sectores de la derecha y de alabar la inteligencia de sus precandidatos, en el mismo discurso Correa atacó a la izquierda develando un posicionamiento con miras al escenario de las próximas elecciones del 2013: “Por ejemplo, aquí hay grupos que se proclaman de izquierda, pero habría que ver su quehacer. Yo prefiero estar con un tipo de derecha decente que con un tipo de izquierda inmoral que solo ha hundido a los que dice defender”6.
Más allá de que uno de los rasgos clásicos del discurso populista latinoamericano es la banalización de la política y su subordinación a la moral, el discurso de Rafael Correa revela que, en la lectura política del gobierno con respecto escenario de las próximas elecciones, resulta mucho más cómodo y fácil coincidir- buscar el apoyo de sectores de las elites y la derecha que están de acuerdo con, por ejemplo, la minería a gran escala y el TLC; que con una izquierda “inmoral” que se les opone “hundiendo a los que dice defender”. Después de todo, han sido ellas, las élites, quienes se han beneficiado sustancialmente durante este periodo.7
Correa ha dicho ya en varias ocasiones que “el mayor peligro para nuestro proyecto de país es el izquierdismo y el ecologismo infantil. Temo que no me equivoqué, aunque tal vez me faltó añadir el indigenismo infantil” (26 de julio del 2008); y que “La minería es fundamental para la era moderna. Sin ella regresamos a la época de las cavernas. No podemos caer en la irresponsabilidad de ser mendigos sentados en un saco de oro. La minería correctamente manejada es positiva.”(5 de marzo del 2012).
En las últimas semanas las fichas se han movido sobre todo en territorio de las candidaturas de la derecha, en particular a partir de la nueva candidatura del millonario Álvaro Noboa y la más que posible postulación del banquero Guillermo Lasso, ex ministro de economía de Jamil Mahuad cercano al Opus Dei. Aunque Correa conserva todavía un evidente respaldo entre la población, sabe que ha perdido considerable parte de su electorado de izquierda y comienza a desplegar una estrategia que le permita captar votación de un electorado más conservador ubicado sobre todo en la costa.
La izquierda política y los movimientos sociales, agrupados en torno a la Coordinadora Plurinacional por la Unidad de las izquierdas, se encuentran desarrollando un proceso de debate amplio que permita proponer un proyecto de transformación consistente, como alternativa a la modernización capitalista anclada en la extracción de recursos naturales que impulsa el gobierno. Sin embargo, la tarea no es fácil: pasa por la consolidación de un proceso político y social mucho más profundo que asegure la unidad a largo plazo y que no puede agotarse en lo meramente electoral.
Así las cosas, el Ecuador se encuentra nuevamente ante una encrucijada. Aunque el gobierno de Correa ha recuperado en alguna medida el Estado redistributivo desmantelado por el neoliberalismo; el combustible progresista de la Revolución Ciudadana finalmente se ha agotado, primero en los hechos y ahora también en el discurso. La apelación de Correa a la derecha es muestra evidente no solamente de la decadencia y deriva regresiva cada vez mayor de la Revolución Ciudadana, sino también de la recomposición de las élites en el escenario político, justamente gracias a un gobierno que nunca hizo ni lo necesario ni lo suficiente para articular este proyecto junto a los sectores populares.
Notas:
1[1] Agencia France Presse: “Correa abierto a alianza con políticos de derecha para reelección”. Miércoles 16 de mayo del 2012.
2[1] Con una violencia pocas veces vista contra el movimiento indígena ecuatoriano en la historia reciente, el gobierno utilizó el enorme aparato mediático gubernamental con el fin de restar adhesiones de la población a la marcha. Se acusó a dirigentes de alcoholismo, se colgaron monigotes vestidos con ropa tradicional indígena en los postes de alumbrado público en el trayecto de la marcha.
3[1] En días posteriores se hizo público que la Secretaria de Pueblos invirtió 200.000 mil dólares en la organización de las denominadas “contramarchas”. De hecho, se contrató a la misma empresa que organizaba la misma clase de eventos para el gobierno de Lucio Gutiérrez.
4[1] Hace pocos días, una investigación periodística reveló el uso de la Unidad de Gestión de Seguridad Interna de la Presidencia de la República en la operación “Alianza Roja”, destinada a infiltrar la marcha, al movimiento indígena y otros sectores de la izquierda.
6[1] Agencia France Presse: “Correa abierto a alianza con políticos de derecha para reelección”. Miércoles 16 de mayo del 2012. [1] No hay que olvidar además que Correa ha defendido anteriormente al ex vicepresidente Alberto Dahik –principal responsable de la aplicación del neoliberalismo en el Ecuador-, y a quien fuera su mentor político y espiritual, el ex presidente Gustavo Noboa Bejarano. Además ha alabado públicamente al social cristiano Heinz Möeller, uno de los responsables de la firma del acuerdo que entregó al ejercito de los EE.UU. la base aérea de Manta; y más recientemente al banquero cercano al Opus Dei, Guillermo Lasso, corresponsable del “crack” la crisis financiera de 1999, como “uno de los más inteligentes” entre los precandidatos presidenciales.
7[1] La banca por ejemplo incrementó sus utilidades en un 52% durante el 2011. Para una muestra más profunda sobre cómo se han beneficiado las elites durante el correísmo, remitirse al estudio de Decio Machado publicado en Rebelión: http://www.rebelion.org/docs/145047.pdf
Mateo Martínez Abarca es Doctorante en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México e integrante del seminario permanente de investigación “Anclajes prefigurativos de una modernidad post-capitalista” de la misma universidad. Ex articulista invitado de diario El Telégrafo, autor de “El Cascabel del Gatopardo. El gobierno de la revolución ciudadana y el movimiento indígena”, tesis de maestría publicada por Flacso-Ecuador y miembro del consejo editorial de www.vamosacambiarelmundo.org. El autor desea agradecer a Decio Machado y Alberto Acosta por los comentarios a este texto.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario