viernes, 26 de julio de 2013

Migrante en Nueva York



http://www.facebook.com/pages/Anarquistas/378066755607147     Migrante en Nueva York En Nueva York, si uno va por la calle y pregunta a 10 personas, por lo menos cinco o seis son indocumentadas. En Estados Unidos viven más de 11 millones de trabajadores indocumentados, y se estima que dos millones de inmigrantes trabajan en Nueva York. Son taxistas, trabajadoras domésticas, empleados en restaurantes, en la construcción y en el comercio minorista. Cobran menos de los 7,25 dólares por hora que constituyen el salario mínimo en Nueva York, y a menudo padecen malos tratos de sus empleadores. Salarios robados, presión mental y temor Los empresarios tienden a decirles a quién reclama un puesto de trabajo, que los admiten aunque estén en situación ilegal, así deben agradecer sin importar cuánto les pagan. Como hay tantas personas indocumentadas dispuestas a trabajar a cambio de salarios extremadamente bajos, otros trabajadores necesitados sienten la presión de aceptar las mismas condiciones, independientemente de cuáles sean su estatus inmigratorio y su nacionalidad. La presión mental en el lugar de trabajo también es enorme. Cuando uno llega tarde, lo despiden. Cuando uno está enfermo, lo despiden. Cuando uno se queja de algo, los patrones pueden despedirlo. A menudo, los patrones pasan una semana, o incluso meses, sin pagar el sueldo a sus trabajadores. Es tìpico retener los pasaportes o amenazar con llamar a Inmigración si reclaman los salarios. Según las leyes federales, esto no debería ocurrir. Incluso los trabajadores indocumentados están protegidos bajo las leyes laborales estadounidenses en lo relativo a un salario mínimo. Para iniciar una investigación sobre el respeto a los derechos de los trabajadores, el Departamento de Trabajo necesita cierta cantidad de denuncias individuales. Pero a menudo, los empleados son reticentes a presentarlas por temor a que sus patrones tomen represalias y a que los deporten. En el plano local, son los policías quienes hacen cumplir las normas de inmigración, y las organizaciones de derechos de los inmigrantes suelen acusarlos de discriminación. El mayor temor de una persona indocumentada es el oficial de policía local, porque es quien lo va a detener, le pide su identificación y, posiblemente sea deportado. En junio, el Concejo de la Ciudad de Nueva York aprobó dos proyectos de la Ley de Seguridad Comunitaria que establecen mecanismos de responsabilidad para el Departamento de Policía de esta importante urbe, y que permiten a los ciudadanos presentar denuncias por mala conducta de sus oficiales.

En Nueva York, si uno va por la calle y pregunta a 10 personas, por lo menos cinco o seis son indocumentadas. En Estados Unidos viven más de 11 millones de trabajadores indocumentados, y se estima que dos millones de inmigrantes trabajan en Nueva York.

Son taxistas, trabajadoras domésticas, empleados en restaurantes, en la construcción y en el comercio minorista. Cobran menos de los 7,25 dólares por hora que constituyen el salario mínimo en Nueva York, y a menudo padecen malos tratos de sus empleadores.

Salarios robados, presión mental y temor

Los empresarios tienden a decirles a quién reclama un puesto de trabajo, que los admiten aunque estén en situación ilegal, así deben agradecer sin importar cuánto les pagan. Como hay tantas personas indocumentadas dispuestas a trabajar a cambio de salarios extremadamente bajos, otros trabajadores necesitados sienten la presión de aceptar las mismas condiciones, independientemente de cuáles sean su estatus inmigratorio y su nacionalidad.

La presión mental en el lugar de trabajo también es enorme. Cuando uno llega tarde, lo despiden. Cuando uno está enfermo, lo despiden. Cuando uno se queja de algo, los patrones pueden despedirlo.

A menudo, los patrones pasan una semana, o incluso meses, sin pagar el sueldo a sus trabajadores. Es tìpico retener los pasaportes o amenazar con llamar a Inmigración si reclaman los salarios. Según las leyes federales, esto no debería ocurrir. Incluso los trabajadores indocumentados están protegidos bajo las leyes laborales estadounidenses en lo relativo a un salario mínimo.

Para iniciar una investigación sobre el respeto a los derechos de los trabajadores, el Departamento de Trabajo necesita cierta cantidad de denuncias individuales. Pero a menudo, los empleados son reticentes a presentarlas por temor a que sus patrones tomen represalias y a que los deporten.

En el plano local, son los policías quienes hacen cumplir las normas de inmigración, y las organizaciones de derechos de los inmigrantes suelen acusarlos de discriminación. El mayor temor de una persona indocumentada es el oficial de policía local, porque es quien lo va a detener, le pide su identificación y, posiblemente sea deportado. En junio, el Concejo de la Ciudad de Nueva York aprobó dos proyectos de la Ley de Seguridad Comunitaria que establecen mecanismos de responsabilidad para el Departamento de Policía de esta importante urbe, y que permiten a los ciudadanos presentar denuncias por mala conducta de sus oficiales.
 
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