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Anarquismo y sindicalismo
Un filósofo dijo una vez que quien no
estudia la historia está condenado a repetir sus errores. La cuestión
está en buscar qué pudo hacerse mal, o no bien del todo, en el pasado.
Esto puede darnos la posibilidad de no repetir errores en el presente y
en el futuro.
Por supuesto, seria poco razonable y
pretencioso dar lecciones a los compañeros de países que estan a miles
de kilómetros del nuestro, con otras circunstancias y con unas
condiciones de lucha social y laboral muy diferentes. Pero cuando miro
al pasado de la historia del movimiento anarcosindicalista en España, no
sólo veo victorias estupendas y la gran revolución, sino también
ciertos problemas internos. Y esos problemas permanecen de igual forma
durante toda la historia de la heroica CNT.
Los intentos de usurpación bolchevique a
principios de los años 20; las discusiones permanentes sobre la
participación política, el colaboracionismo de Pestaña y Peiró con
políticos de la oposición en la lucha contra la dictadura de Primo de
Rivera, el trentismo, el rechazo en Julio de 1936 al concepto confederal
del comunismo libertario del Congreso de Zaragoza, el ministerialismo
de la Guerra Civil, el frente común de posturas ‘internas’ con posturas
autoritarias en la lucha contra Franco de los años 40 y 50, el
cincopuntismo, la infiltración masiva de los reformistas y finalmente la
escisión que llevó a la creación de la CGT, hasta los actuales
problemas con los heterodoxos y los intentos de expulsión de la
Confederación de sus críticos mas activos…
SOBRE LAS "CONTRADICCIONES"
Podemos afirmar que la CNT ha luchado
siempre contra el reformismo a lo de toda su historia. El reformismo fue
siempre derrotado pero renació una y otra vez. Nunca podremos curar
esta enfermedad si no entendemos de dónde viene.
Existe un punto de vista que entiende que
problemas de este tipo son inherentes al anarcosindicalismo. Que el
anarcosindicalismo se mueve en una constante tensión o "contradicción
dialéctica" entre su objetivo final y las mejoras inmediatas, entre un
poco de "maximalismo" y algunas "reformas". Que esta línea es muy fina y
es muy sencillo - o incluso "natural" - que derive algunas veces en una
especie de "reformismo". Pero es imposible curar una enfermedad sólo
declarándola "natural": un día puede ser mortal. Sólo los marxistas con
sus esquemas hegelianos de "la negación de la negación" pueden ver las
contradicciones como la base de todo desarrollo. El anarquismo busca en
la coherencia su finalidad, y este objetivo sólo podrá conseguirse
mediante la eliminación de las contradicciones y la restauración de la
armonía. Un organismo que se rompe por las contradicciones nunca puede
funcionar con coherencia, inteligencia o hacia un fin. A largo plazo,
está condenado al fracaso.
Uno de los principios generales del
anarcosindicalismo es que, en esta combinación, el anarquismo es el
objetivo y el sindicalismo es el medio. Y lo que es más, el movimiento
de los trabajadores anarquistas o el anarcosindicalismo es la única
forma de anarquismo de masas conocido en la historia porque hace
posible, a través de luchas concretas, restablecer la solidaridad y la
capacidad de autogobierno entre las personas y demostrar la posibilidad
de una vida nueva sin jerarquías ni dominación. Es por esto que la
acción sindical es uno de los mejores métodos para conseguir objetivos
anarquistas, pero no es un valor en sí mismo para aquellas personas que
quieren ser libres. Nadie de nuestro movimiento pone esto en duda
oficialmente, pero la realidad nos dice lo contrario a veces...
¿ABIERTOS A "TODOS LOS TRABAJADORES"?
La peculiaridad de la CNT en España fue
siempre la fuerza desde su fundación y: su estupendo éxito. Pero también
fue la base de alguno de sus problemas, a pesar de algunos de estos
problemas se "importaron".
Sin necesidad de remontarnos mucho al
pasado, recordamos que la Confederación Nacional del Trabajo se fundó en
1910 a partir de la fusión de dos tradiciones diferentes. Una venia de
la Federación Regional Ibérica de la Primera Internacional y sus
organizaciones obreras: tenían un objetivo abiertamente libertario y
claro, luchando no sólo por mejoras inmediatas sino también por una
sociedad libre y sin Estado. La segunda tradición venía de la CGT
francesa y su sindicalismo revolucionario basado en la acción directa.
La influencia de este emergente movimiento en el país vecino fue tan
grande, que las asociaciones obreras en España llegaron a abandonar el
nombre de "sociedades de resistencia" para adoptar el apelativo francés
de “sindicatos”. Algunos de los principios del sindicalismo
revolucionario francés traspasaron los Pirineos: la apertura de las
organizaciones obreras a "todos los trabajadores" con independencia de
su ideología y objetivos sociales (un sindicalismo ideológicamente
"neutral") y la visión de la sociedad futura federada en sindicatos más
que en comunas libertarías libres (los puntos básicos de la Carta de
Amiens de la CGT francesa).
Pero el significado de esta tradición de
CGT era diferente en Francia y en España. En Francia, la adopción del
sindicalismo revolucionario fue un avance obvio porque se presentó como
una ruptura con la antigua dominación del autoritarismo marxista sobre
el movimiento obrero. La Carta de Amiens fue una colaboración entre
libertarios, socialistas autoritarios y sindicalistas puros. Durante un
tiempo dio a los anarquistas una muy buena oportunidad para extender la
influencia de las ideas libertarias entre la clase trabajadora, pero en
España el movimiento de los trabajadores anarquistas no necesitaba de
este tipo de colaboraciones. Tenia suficiente fuerza por sí mismo.
Las cuestiones que eran "avanzadas" para
la situación en Francia, se tradujeron en una dualidad confusa en
España. La CNT adoptó ambos conceptos: la sociedad libertaria como
objetivo y los sindicatos abiertos a "todos los trabajadores". Se
acababa de crear una contradicción muy seria: ¿cómo un trabajador que
rechaza el objetivo libertario puede ser miembro - sólo por el hecho de
ser trabajador - de una organización en lucha no sólo por mejoras
parciales sino por una sociedad libertaria? Aquí nació el eterno
problema de la CNT entre "anarquistas" y los de tendencia "sindicalista"
(unos sindicalistas más "neutros”, en honor a la verdad).
El principio de "apertura" dejó la puerta
abierta en la CNT a trabajadores no sólo revolucionarios sino también
reformistas. Esto venía apoyado por algunos anarquistas que compartían
la postura de Malatesta respecto a los sindicatos: no consideraban los
sindicatos como medias de lucha por una sociedad libertaría y los veían
como reformismo permanente. Tanto de la parte “no ideólogica del
sindicalismo” como del anarquismo de Matatesta resultó la apertura a
“todos los trabajadores” en la búsqueda de un crecimiento cuantitativo
de los afiliados muy rápido y apenas sin coste alguno. Y los partidarios
de una "estructura sindical" para una sociedad futura (como los
trentistas) intentaron convencer al resto de que cuanto más grandes
fuesen los sindicatos anarcosindicalistas, más cerca estaría la
revolución.
Pero esta interpretación cuantitativa,
numérica, tiene lógicamente también otro tipo de resultados. Cuanto más
grandes son los sindicatos más tienen que “suavizar" sus ideas para
atraer más a "los normales", esto es, a los no-revolucionarios, a los
trabajadores "moderados", para no asustarlos.
Tienen que ser más "heterodoxos", menos
anarquistas, menos "ideologilizados", más dispuestos a colaborar con
políticos y refomistas. En otras palabras: ellos también deben ser
reformistas. Desde entonces, la "apertura" y el crecimiento imperativo a
costa del "ideal de igualdad" se convirtió en la bandera de todos los
reformistas para dañar a la CNT desde dentro.
ANARQUISMO FRENTE A SINDICALISMO "MENOS IDEOLÓGICO"
La tendencia más anarquista en la CNT
diagnosticó el peligro muy rápidamente e intentó combatirlo. A
principios de los años 20, mostraron interés por la experiencia del
movimiento anarquista de trabajadores en Argentina, la FORA.
El "forísmo" rechazaba tanto el
"sindicalismo no ideológico" como el posicionamiento de Malatesta. Como
la CNT, proclamaba abiertamente el objetivo anarco-comunista (el
comunismo libertario) de los sindicatos anarquistas de trabajadores.
Pero rechazaba categóricamente el principio de su "apertura" a "todos
los trabajadores" con independencia de sus ideas y convicciones y el
crecimiento numérico a cualquier precio. Los "forístas" proponían: [...]
la formación de un movimiento sindical propio, con el programa del
anarquismo, compuesto por anarquistas y simpatizantes que demonstrarán
prácticamente al resto de los trabajadores, con quines conviven
diariamente en la vida productiva, los métodos más eficaces de lucha y
el verdadero fin de todos nuestros esfuerzos. (Emilio López Arango y
Diego Abad de Santillan. El anarquismo en el movimiento obrero.
Barcelona, 1925. P.163).
Era la postura de una organización
anarquista de trabajadores que era al mismo tiempo sindicato y
asociación “ideológica”, o más correctamente, un sindicato con ideas
claras y abiertamente anarquistas. No había lugar para aquellos que
rechazasen el objetivo anarquista (como los partidarios de partidos
políticos) o quienes simplemente buscaban un sindicato "más eficiente".
Era un sindicato de "anarquistas y simpatizantes".
Muchas personas del movimiento anarquista
de Europa malinterpretaron esta postura. Incluso hoy en día, algunos
piensan que el "forismo" quiere construir una especie de partido
político anarquista: una organización en la que todos sus miembros se
declaren de conciencia "anarquista", conozcan la teoría libertaria,
pertenezcan a grupos de filosofía anarquista o afines, etc. Nada más
lejos de la verdad. La FORA no sólo era de personas "con conciencia",
también estaba para anarquistas "espontáneos", es decir, para personas
que aún no conociendo la teoría anarquista o sin declararse
"anarquistas", compartían el objetivo anarquista de una sociedad
comunista sin Estado.
Frente a ese anarquismo filosófico o
político presentamos nuestra concepción y nuestra realidad de movimiento
social anarquista, vastas agrupaciones de masas que no eluden ningún
problema del anarquismo filosófico y que toman al hombre tal cual es, no
sólo como adepto de una idea, sino como miembro de una fracción humana
explotada y oprimida (Ibid. P.165).
Frente a la trampa política de Pestaña y
Peiró, un número importante de anarquistas y anarcosindicalistas
españoles expresaron su simpatía en los años 20 por las posturas de los
"foristas". Esto puede leerse en el conocido libro de Juan Gómez Casas
sobre la historia de la FAI. Pero al final, prevaleció otra opción:
agrupar a todos los grupos de afinidad anarquistas en la FAI e intentar
actuar como anarquistas en la CNT para contrarrestar las tendencias
reformistas del "sindicalismo menos ideológico". Ahora sabemos que esta
postura sólo tuvo un éxito limitado y sólo en un periodo de tiempo
corto. Además, reforzó la dualidad "anarquista- sindicalista" en la CNT y
no resolvió la contradicción mencionada al principio. Si hay
anarquistas "especiales" en alguna organización, se supone que el resto
(una inmensa mayoría) no lo son.
El problema, sin duda, influyó en el destino de la CNT en la revolución española y permaneció sin solución hasta ahora.
¿Y ahora qué?
La situación actual del movimiento
anarcosindicalista (no sólo en España) indica que esta dualidad de
tradiciones anarquista y de "sindicalismo revolucionario" de la Carta de
Amiens se ha convertido en un arma fortísima en manos de las tendencias
reformistas. Utilizan esta situación contra los militantes
revolucionarios y contra los sindicatos en todo el mundo, suavizando el
contenido "ideal", forzando el crecimiento cuantitativo de las
afiliaciones a costa de la "desideologizacion" del anarcosindicalismo e
imponiendo una colaboracion mas estrecha con los sindicatos reformistas у
las fuerzas politicas. Sus intenciones son claras. Vivimos en una fase
ofensiva del capitalismo a nivel mundial en la que los sindicatos
"oficiales" reformistas no quieren у по pueden organizar la defensa de
los trabajadores. Este sindicalismo reformista espera ocupar su lugar.
Pero como consecuencia de la atomizacion у la debilidad de la conciencia
de clase entre los trabajadores, pueden atraer mucha gente solo
rechazando las posturas "extremistas", "demasiado revolucionarias" у
"demasiado ideologicas" de los revolucionarios anarcosindicalistas. Su
objetivo es convertirse en sindicatos muy "normales" (puede que un poco
mas "radicales" e insistentes) sin ningun objetivo de transformación
libertaria de la sociedad. Esto significaria la vuelta definitiva del
"sindicalismo no ideologico" a la socialdemocracia.
Pero la mayoria de estas esperanzas se
veran truncadas desde una perpectiva a largo plazo. El
"postkeynesianismo" del capitalismo no necesita màs aliados en la
sociedad; necesita la destrucción de la organización en el trabajo, una
capitulación. En este contexto, no cabe el reformismo que espera
coquetear con su propio "radicalismo" imaginario. Para organizar la
rendición, ya nos basta con los sindicatos "oficiales" reformistas.
No aportaran nada a los trabajadores, pero
los sindicatos reformistas "desideologizados" pueden, eso si, aniquilar
el movimiento anarcosindicalista. Eliminan practicamente la "dualidad"
entre anarquismo у "apertura". Defendiéndola, perderemos. Podemos
discutir otras opciones, altemativas nuevas dentro del
anarcosindicalimo. Es por esto que la experiencia "forista" de unidad
real de anarquismo у sindicalimo у el "modelo" de organización
anarquista de trabajadores puede ser útil en la situación actual.
(Adarga. Revista de pensamiento y critica anarquista. Vol.1. 2013. Enero. P.40–47)
Vadim Damier, KRAS-AIT
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