Reformismo: el peor enemigo de la CNT.
[26-8-2008]
Para ser afiliado
a la CNT no es obligatorio ser anarcosindicalista, aunque la CNT si
lo sea, también es cierto que en la confederación hay libertad de
pensamientos, cada uno tiene el derecho a pensar como quiera, la
libertad de pensamiento y de expresión es ilimitada, siempre dentro
del respeto mutuo, uno tiene derecho incluso a exponer
planteamientos que puedan considerarse reformistas, siempre que lo
haga con lealtad y respetando los causes orgánicos, pero esto se
quiebra cuando se recurre a la mentira o al engaño para imponer unas
tesis, cuando se vulnera la normativa y los principios, cuando
paralelamente se confabula para alcanzar unos objetivos en vez de
exponerlos abiertamente por los cauces orgánicos establecidos, que
para eso están las asambleas de los sindicatos, los plenos y los
congresos que garantizan que cada uno pueda exponer en igualdad de
condiciones sus ideas, su visión de las cosas, lo que no es
legítimo, y sobre todo lo que no es admisible de ninguna manera es
querer controlar, planificar, ocupar cargos para llevar las cosas a
donde uno quiere, este tipo de conducta fraudulenta es a la que han
recurrido históricamente la mayoría de los reformistas dentro en la
CNT.
Ni si quiera una
mayoría momentánea tiene legitimidad suficiente sino está basada en
el respeto a los principios, a la normativa, y a la razón, porque la
razón del voto exclusivamente, no es suficiente para tomar un
acuerdos; si no se cumplen estas premisas a la hora de tomar
decisiones estaríamos propiciando la desintegración de la
organización.
Los reformistas
siempre han intentado que la CNT abandone sus principios, y sus
armas siempre han sido la conspiración y la manipulación, nunca han
dado la cara abiertamente hasta no estar seguros de conseguir sus
objetivos, y llegado este caso podría ser ya demasiado tarde para
reaccionar.
El reformismo no
es una ideología, ni siquiera una idea, es simplemente la renuncia a
la lucha, es la muerte de las ideas y de la esperanza, es adaptarse
al sistema y a sus reglas, a su juego, por eso es estéril y pudre
todo cuanto toca. Los reformistas no creen en la transformación de
la sociedad, solo aspiran aunque a veces lo oculten a la conquista
del poder, no buscan ni siquiera las mejoras de las condiciones
laborales y sociales de los trabajadores aunque sí la utilizan como
pretexto para alcanzar sus objetivos y sus ambiciones personales:
ocupar cargos y poltronas, alcanzar el estatus de líder, de
liberado, de burócrata, de jefe.
El principio
fundamental de todos reformistas es que el fin justifica los medios,
pero su fines en el fondo no son la transformación de la sociedad,
sus fines son alcanzar el poder y para obtenerlo no dudan en
utilizar los medios más sucios y rastreros, la mentira y el engaño
son sus mejores armas, se inventan falsas situaciones, realidades
virtuales, que nada tienen que ver con la verdadera realidad, sus
espurios argumentos se basan fundamentalmente en el pragmatismo en
el posibilismo y la heterodoxia, desgraciadamente han sido muchos
los incautos que han sucumbido a los encantos de sus mentiras y de
sus manipulaciones. A lo largo de la historia son muchos los
trabajadores y compañeros de buena fe que han sido engañados por
estos embaucadores y que se han perdido para siempre para la causa
de la defensa de la clase obrera y de la emancipación social.
Los reformistas
no creen en la asamblea ni en la democracia directa, ni en la
autogestión ni en la acción directa, su visión del mundo es
centralista, jerárquica y autoritaria, en el fondo carecen de
principios, por eso desprecian la razón y la justicia, nunca
intentan convencer con argumentos sino con engaños y si no lo
consiguen recurren a la imposición.
Son muchos los
reformistas que ha habido en la CNT aunque, afortunadamente, siempre
han sido derrotados, pero han hecho mucho daño a la organización.
Algunos podemos decir, sin exageraciones, que han alcanzado el
despreciable honor de haberse elevado a la categoría de traidores
como el caso de Enrique Marcos, el que fuera secretario general de
la CNT hasta el V congreso quien, al ser rechazadas sus tesis
reformistas y ratificase los principios tácticas y finalidades del
anarcosindicalismo como concepción ideológica general y definir a
las secciones sindicales y la asamblea como garantía de
participación de los trabajadores y desarrollo del sindicalismo,
promovió la Comisión Impugnadora, dando paso primero a la escisión y
después al engendro reformista CGT y a uno de los periodos más
amargos de la confederación a lo largo de su historia.
Este funesto
personaje volvió a la palestra en el 2005 como presidente de Amical
Mauthausen, asociación por la recuperación de la memoria histórica
de víctimas del holocausto nazi, llegando a inventarse un pasado
heroico como ex prisionero de los campos de concentración nazis,
falsedad que quedo al descubierto por el historiador B. Bermejo, y
que él mismo, abrumado por la evidencia, acabó reconociendo, lo que
venía a demostrar que a pesar de los años seguía conservando
íntegramente sus dotes de sofista. Esta noticia tuvo una gran
difusión en todos los medios de comunicación. Para colmo alguien
publicó un artículo exaltando la figura de tan nefasto personaje en
el periódico CNT, sin que el director del periódico diera
explicaciones ni dimitiera, para vergüenza de todos los
anarcosindicalistas.
Otro destacado
reformista que traicionó vilmente a la organización fue José Bondía,
el que fuera Secretario General en el periodo que mantuvo contactos
con Alfonso Guerra de espaldas a la organización. Las promesas del
PSOE fueron una oferta de compra de la CNT. Bondía se sirvió del
cargo para intentar imponer sus planteamientos reformistas a la
organización y desviarla de sus principios, al finalizar su gestión
como secretario general, en su informe de gestión después de hacer
una apología del reformismo llegó a decir que el problema de la CNT
es que estábamos excesivamente ideologizados.
Otros reformistas
no menos despreciables fueron: Antonio Pérez, quien fuera secretario
hasta el congreso monográfico de Torrejón de Ardoz, y José Marc de
la regional catalana. Todos ellos fueron expulsados de la CNT.
En el extremo
opuesto están los auténticos anarcosindicalistas, los que aman y
permanecen fieles a las ideas hasta la muerte, generaciones de
magníficos compañeros que con inquebrantable voluntad han combatido
para que la CNT permanezca fiel a sus principios y a su historia,
contra las intentonas desviacionistas y contra todos los reformistas
de uno u otro signo que siempre en mayor o menor medida han pululado
por la organización. Entre los verdaderos anarcosindicalistas
podemos citar a: Juan Gómez Casas un compañero digno de elogio que
luchó hasta las extenuación para que la CNT continuara permaneciendo
tan anarcosindicalista y revolucionaria como siempre; es
imprescindible leer sus libros para comprender el pasado, el
presente y el futuro de la CNT. Otro buen compañero, tal vez menos
conocido pero no por eso con menos mérito, fue Fernando Montero. Él,
como Juan, también fue Secretario General de la CNT en una situación
difícil que asumió con dedicación y responsabilidad. Otro compañero
fue Juan Castillo de la CNT de Málaga, compañero de una gran
capacidad y de unas cualidades humanas extraordinarias, de firmes
convicciones, fue siempre fiel a los principios anarcosindicalistas
y dedicó toda su vida a la organización. Otro gran
anarcosindicalista fue Antonio Salvador de Sabadell, otro
irreducible, discreto pero fiel hasta la muerte. También eran
verdaderos anarcosindicalistas los compañeros del Sindicato de
Jubilados y Pensionistas de Sevilla, pero a pesar de ello y de haber
dedicado toda su vida a la organización y a la defensa de la clase
obrera, tras toda una vida de militancia anarcosindicalista fueron
expulsados, y aunque en un pleno regional posterior se aprobó su
readmisión, esta nunca se llevo a efecto, perpetrándose en su
contra, un acto de indignidad y desprecio incalificable. La CNT
tiene una deuda pendiente con ellos que jamás podrá pagar. Estos
compañeros junto con muchos miles más, han sido y son la esencia y
el alma de la CNT.
Viva la CNT y el anarcosindicalismo.
Viva la CNT y el anarcosindicalismo.
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