Palabras preliminares
El siguiente texto no tiene pretensiones de objetividad. Fue escrito
tanto desde la racionalidad como desde la emocionalidad. Como individuo
integrante del sistema cultural no puedo sustraerme y pretender tener
una opinión objetiva con respecto a temas de tanta carga subjetiva como,
por ejemplo, la espiritualidad. Por otro lado he nacido en una sociedad
en donde la navidad tiene una posición relevante. Yo he participado de
esa ceremonia, desde pequeño me enseñaron (los medios, la escuela, mi
familia, etc) que ella era una institución respetable e importante
dentro de nuestras vidas. Mi opinión con respecto a la navidad esta
permeada por mis experiencias personales, por tanto el siguiente escrito
no busca desenfundar “verdades”, sino mas bien fomentar el debate y el
cuestionamiento desde una persona cansada de una sociedad que suele
privilegiar el conformismo y el consenso. Como mi pretensión no es
plantearme desde la academia o desde una racionalidad hegemonica,
utilizare metaforas, alegorias y hasta pequeños cuentos para expresar lo
que siento. Aquí vamos entonces…
Inyectando metáforas a la realidad.
Imaginen lo siguiente. Después de un largo
viaje unos pequeños extraterrestres llegan por fin a un planeta, el
cual no conocen en absoluto. Frente a su enorme curiosidad se deciden a
bajar para echar un pequeño vistazo. Lo que ven los sorprende y les hace
abrir sus ojos o estirar sus antenas o sacar sus espiritrompas, en fin…
quién sabe qué instrumentos tendrían estos seres para observar, pero lo
importante es que se detuvieron a mirar con mucha curiosidad. Sigamos
nosotros con el relato.
Los extraterrestres ven que el planeta esta conformado por millones
de seres vivos distintos, con sus propias características, tamaños y
estructuras. Que magnifico, exclaman los alienigenos. Pero rápidamente
descubren que de esas millones de especies parece ser solo una la que se
arroga como única dueña del planeta y sus contornos, entonces los
pequeños seres se entristecen. Uno, que era buen observador le dijo a
los otros: Pero miren, estos seres que se creen superiores, han
construido enormes palacios, maravillosas obras de arte y edificios
hermosos, miren todas esas luces que se ven a lo lejos, parecen
ciudades! Rápidamente los seres recuperan la esperanza, pero les dura
poco. No les cuesta mucho darse cuenta de que las enormes ciudades están
totalmente segregadas y que las grandes construcciones pueden ser
contempladas y ocupadas por ciertos humanos, ya que el resto esta
condenado a vivir en la periferia, en construcciones que no tienen ni
agua, ni luz, ni gas y que distan mucho de la magnificencia de los
grandes hogares de los humanos con poder.
Los visitantes espaciales, entonces, se dan cuenta de que estos seres
que se creen superiores a todos los otros seres del planeta, incluso se
creen superiores entre ellos mismos. Al darse cuenta de esto uno de los
alienigenos comentó frustrado: Mierda! estos seres están divididos en
clases, miren esos pobres ahí, al final de las ciudades, parecen
maquinitas guiándose por un destino que ellos nunca eligieron. El
alienigeno apuntó con su dedo a las masas de asalariados, millones de
explotados que trabajaban en fabricas, campos y grises oficinas.
Pronto los seres galácticos vieron un montón de otras
contradicciones, por ejemplo, se dieron cuenta de que en este planeta
mientras 1000 millones de humanos sufrían de hambre, otros 1000 millones
sufrían de obesidad y que, por otro lado, niñas que tenían para comer
vomitaban su alimento para parecerse a las chicas que salían en los
anuncios comerciales. También se dieron cuenta, con mucho espanto, de
que el medio natural estaba siendo destruido a un paso extremo y
peligroso por estos seres tan contradictorios. Algunos alienigenos que
gustaban de analizar las practicas culturales de diferentes seres
galácticos buscaron entender a esta particular civilización, pudieron
constatar que había un amor extremo por lo material y que la posición de
diferentes objetos daba estatus y prestigio. También habían unos
pepelitos (por lo general verdes) que simbolizaban el poder, contra más
tenias, más poder y más capacidad para dominar al medio natural y a tus
pares poseías. La vida, de cualquier ser, quedaba supeditada a esos
papeles verdes, dinero le llamaban. Los alienigenos movieron la cabeza,
no recordaban otros planetas en donde las cosas tuvieran menos sentido.
La nave de estas criaturas había llegado al planeta un poco antes del
25 de diciembre. Uno de los seres, a través de algo así como el “Google
cósmico”, buscó en la Internet alienigena qué fiestas y fechas
importantes para estos seres se encontraban cerca. Rápidamente dio con
la fiesta de navidad. Miren todos, prontamente se celebrara el
nacimiento del sujeto al cual cerca de 2/3 partes de la población de
este planeta proclaman como su dios, dijo uno de los aliens muy
excitado. Los alienigenas se pusieron muy contentos de poder presenciar
quizás la fecha mas significativa para la humanidad y la cual quizás
estaba mas llena de espiritualidad (cosa que no habían visto hasta el
momento). Decidieron, entonces, quedarse hasta la consumación de la
festividad.
Sus observaciones les mostraban que a medida de que se acercaba el 25
de diciembre mas personas entraban a los centros comerciales a comprar
cosas que envolvían en coloridos papeles. Millones de personas en todo
el mundo se agolpaban en las tiendas y compraban. Los alienigenos
entonces pensaron: Su dios seguramente tuvo que haber nacido en un
centro comercial, o quizás era un excelente comprador/consumidor, o tal
vez su dios fue un gerente, el jefe maximo de los centros comerciales.
Para salir de su duda volvieron a buscar en el “Google Cosmico” y, con
mucha sorpresa, se dieron cuenta de que el dios que proclamaba la
mayoría de la población del planeta era un niño pobre nacido en un
humilde pesebre hace 2000 años, también se enteraron que su dios había
viajado por el mundo para potenciar la espiritualidad de la humanidad en
desmedro de lo material. ¿Como es esto posible? Se preguntaron los
pequeños seres. Aquí lo único que veo es gente obsesionada por lo
material, aquí no hay nada de espiritual, exclamó uno de los
extra-terrestres. Yo creo que su dios es ese caballero obeso con ropajes
rojos y barba blanca, al fin y al cabo su fotografiá esta en mas parte
que la de Jesus, comentó otro ser galactico. Los alienigenos estaban muy
desorientados y decidieron irse rápido de ese extraño planeta, al fin y
al cabo no les importaba quedarse para conocer a sus habitantes, no les
parecieron criaturas muy agradables y tenían el presentimiento de que
poco durarían con ese estilo de vida, la verdad poca fe le veían a esa
“humanidad”.
Feliz capital y prosperas deudas nuevas
Campañas navideñas en todos los medios de comunicación. Las calles
llenas de anuncios comerciales alentando a comprar productos.
Promociones ofreciendo regalos en cómodas cuotas. Toda una parafernalia
alentando al consumo incluso meses antes de que llegue la navidad, este
es el panorama en la mayoría de las ciudades del mundo. No hay que ser
muy perspicaz para darse cuenta en lo que se ha transformado la navidad:
una fiesta del consumo.
Desde mi punto de vista es sintomático que la fecha en que celebramos
el nacimiento de “nuestro dios” sea la de mayor consumo del año. Es ese
tipo de cosas que son tan evidentes que no logramos percibirlas, pero
¿qué otro hecho podría retratar mejor el mundo y la época en que
vivimos? Es el símbolo perfecto de una sociedad alienada y desorientada,
transmutamos la ceremonia religiosa de mayor relevancia en nuestra
sociedad por una ceremonia del amor material a las mercancías. Estamos
frente a la alienación total de nuestra espiritualidad, el nuevo opio
del pueblo sigue siendo la religión, pero hoy podemos decir que es la
religión del consumo.
Un hecho importante para comprobar que la navidad se ha transformado
en una simple fiesta del consumo es el hecho de que hasta en China estén
adoptando esta ceremonia. Y aunque la población cristiana en China sea
apenas el 2%, esto no impide de que la navidad se implante poco a poco
en este país oriental. Es la viva prueba de que la navidad ya ni
siquiera es patrimonio de una religión, ahora es patrimonio exclusivo
del capitalismo, o sino no se explicaría su penetración en China: la
nueva potencia capitalista emergente del sistema mundial.
Actualmente la navidad es la fiesta del consumo y de la evasión. Hace
algunos años se vivió una de las revueltas mas radicales y duraderas
del siglo XXI. Las revueltas de 2008 en Grecia. Insurrección que comenzó
el 6 de diciembre tras el asesinato del joven anarquista griego de 15
años Alexandros Grigoropulus a manos de la policía. Las revueltas
tuvieron una expansión impresionante desatándose cientos de acciones que
desestabilizaron al estado y el estatus quo en general. Sin embargo a
medida que se acercaba la fecha de navidad la revuelta fue decayendo
inevitablemente, ya que la ceremonia sirvió como una excusa para desviar
la atención. La navidad es una excelente cortina para tapar otras cosas
mas importantes, la navidad es un enajenador profesional.
La navidad, entonces, es una manera mas de enajenarnos. Es una
instancia para olvidar las injusticias y los problemas, un espacio para
regocijarnos comprando productos en los malls. Mientras más alienación
existe en la sociedad contemporánea más necesitamos evadirnos, ese es el
rol del consumo, generar una ventana hedonista, un pequeño paraíso
entre tanta miseria y contradicción. Durante las últimas 4 décadas el
sistema mundial capitalista se a soportado en la acción del consumo para
esconder sus profundas contradicciones. Así las condiciones de miseria y
las agobiantes jornadas laborales de millones de sujetos en el mundo
son compensadas por una mayor capacidad de consumo. Este es uno de los
trucos del nuevo sistema: la dureza de las condiciones de vida son
camufladas por la amigabilidad de las condiciones de consumo.
Amigabilidad que se traduce en la implementación de enormes
construcciones dedicadas al consumo, enormes construcciones abiertas a
la comunidad, espaciosas y con un clima agradable, en donde circulan los
ciudadanos y las mercancías, en definitiva un nuevo espacio amigable
para desplegar las condiciones necesarias para el consumo. Sin embargo
esta amigabilidad es engañosa ya que se sustenta, para la mayoría de la
población, en la opción del crédito la cual los endeuda con las grandes
casas comerciales. Deudas que obligan a los deudores a seguir trabajando
sumisos en empleos que no los satisfacen, pero que son la única fuente
de dinero que poseen. Es un circulo vicioso: trabajo para vivir – el
trabajo no me gusta-mi vida se torna monótona y aburrida-voy de compras
para olvidar mi condición de asalariado – el sueldo no me alcanza para
comprarme lo que me hace feliz – me endeudo para conseguirlo – mis
deudas me obligan a mantener el trabajo que no me gusta y me paga mal –
ahora soy aun mas sumiso a mis jefes – no puedo perder el trabajo – las
deudas tengo que pagarlas con algo – trabajo para vivir – el trabajo no
me gusta – mi vida se torna monótona y aburrida – voy de compras para
olvidar mi condición de asalariado… y así sigue el circulo vicioso para
millones en el mundo.
La Navidad se convirtió en un engranaje más de la maquina, una parte
que mantiene engrasado y lubricado el mecanismo. Cada vez tiene que ver
menos con el cristianismo y más con el consumismo. El templo
eclesiástico da paso al templo del consumo y las familias van el domingo
a la misa, pero en el mall en donde miran con amor religioso a los
pequeños dioses tras la vitrina: las mercancias.
Los cínicos cristianos, con su aparatosa mentalidad materialista,
cada vez se alejan más del humilde pesebre de Jesus y aspiran a la
riqueza de los millonarios vestido con Armani (¿queda claro el grado de
enajenación?). Ninguno busca cultivar su alma en estas fiestas
“religiosas”, ya que ser “mejor cristiano” en la sociedad de consumo es
ser más y mejores consumidores. Por supuesto que aquí no estoy abogando
por la vuelta a los “verdaderos” valores cristianos, no me mal
interpreten, lo que quiero mostrar es el grado de inconsecuencia entre
los valores que supuestamente profesa la población y su accionar
cotidiano.
Me interesa demostrar que la religión a sufrido una transformación,
el cristianismo a dado paso al consumismo, la religión del siglo XXI.
Claro que la religión cristiana aún no desaparece, pero esta mutando
hacia esa dirección, por eso su mas importante ceremonia es también la
mas importante para el consumo ¿ven la estrecha relación? La enajenación
que producía el cristianismo se fusiona y a la vez es relevada por la
nueva enajenación que produce la sociedad de la mercancía, las ilusiones
cambian pero la opresión se mantiene.
La Navidad y los Niños
Es indudable que en la sociedad de consumo contemporánea la navidad
es una fecha importante para los niños y niñas, ya que gran parte de la
publicidad que despliegan las grandes tiendas en estas fechas esta
dedicada a los mas pequeños de la sociedad. Los canales de televisión
nacionales e infantiles muestran en su programación interrupciones
continuas con anuncios comerciales que ofrecen todo tipo de mercancías
que pretenden divertir a los niños y niñas. Muchos de los pequeños
ignoran el por qué de la celebración navideña, muchos no tienen
conocimiento de la historia del nacimiento de Jesús, pero todos conocen
muy bien la historia de Santa Klaus (Papa Noel o el Viejo Pascuero). Sin
duda que para los pequeñitos el viejo con ropajes rojos es mas popular
que el mismo niño Jesús. Algunas empresas capitalistas emblemáticas como
Coca-Cola se han encargado de levantar la popularidad de este personaje
al incluirlo en sus campañas publicitarias y propagar diseños mas
novedosos del viejo barbon. Pero ¿Por qué Santa Klaus es tan popular?
Aquí debemos entender el cambio desde el deseo a la necesidad en las
sociedades actuales. Deleuzze y Guatari ya comprendían esta diferencia
fundamental. Mientras el deseo nos lleva hacia el ímpetu por la
libertad; la necesidad, en cambio, nos predispone a la sumisión. El
sistema se preocupa de que el niño no tenga el deseo de jugar, sino la
necesidad del juguete. Sus ganas de imaginar y crear nuevos mundos
mediante el deseo del juego se transforman en el miedo a carecer, en el
miedo a carecer del juguete, en el miedo a carecer de algo material. Si
el deseo nos lleva hacia el bienestar, la necesidad, en cambio, nos
enfrenta al miedo de carecer, justo lo que necesita la sociedad de
consumo: personas con miedo, con miedo de no tener sus mercancías. Para
superar el miedo a la carencia es necesario, entonces, efectuar el acto
de consumo, transformarnos en individuos-consumidores.
La anarquista anti-patriarcal Casilda Rodrigañez ejemplifica de
manera correcta como ese miedo a carecer de los pequeños se traduce en
un sutil chantaje emocional de los padres. “Hace tus deberes o el viejo
pascuero no te traerá regalos”, “Portate bien o no te comprare el
juguete que me pediste”, estas palabras son bastante habituales en
muchos padres y demuestran como el amor circula entre papas e hijos a
través de la mercancía. El amor se demuestra, en el caso de los padres, a
través del regalo de productos suministrados por las grandes cadenas de
juguetes. El amor se demuestra, en el caso de los niños, aceptando el
chantaje emocional de sus padres y subordinándose a las ordenes de estos
últimos, no porque las consideren correctas, sino porque es necesario
para conseguir el juguete que “necesitan”. Lo triste es que los padres
tienen que trabajar en largas jornadas laborales para comprarles en
cómodas cuotas los regalos a sus hijos, pero ese mismo trabajo alienante
no les permite pasar tiempo con sus hijos generándose un vació
emocional. Y así sigue la cadena del amor material, en donde nos
demostramos el cariño a través de cosas materiales producidas quizás en
qué forma. De seguro que algunos de los regalos que obsequiamos a
nuestros niños fueron producidos en una cadena de montaje en India o
China, en donde, lo mas probable, hubo algún niño trabajador
involucrado, uno que seguramente no desea juguetes, sino librarse de esa
inhumana explotación (nunca olvides la forma en que se producen las
mercancías en el actual sistema capitalista, siempre te encontraras con
sorpresas).
Por otro lado es innegable la carga que contienen todos los juguetes
que ofrece el mercado capitalista. Las cargas de genero son potentes.
Las niñas juegan con muñecas-bebes que las predisponen a su labor de
mujer-madre. Los niños juegan con simulaciones de armas bélicas que los
predisponen a internalizar la violencia en sus cuerpos. Las niñas
reciben muñecas con cuerpos muy delgados, casi anorexicos, los cuales
las predisponen a domesticar sus figuras para hacerlas aceptables por
los modelos culturales alienantes de la sociedad contemporánea. Los
niños reciben consolas virtuales en donde pueden portar grandes armas y
asesinar otros seres humanos. El mercado incluso a creado juegos como
“Sal de compras” en donde los participantes juegan sobre un tablero que
simula un centro comercial y los niños pueden comprar con sus propias
tarjetas de crédito todo lo que quieran.
Por otro lado, con toda la publicidad bombardeandonos, se nos olvida
de que el juego es posible sin juguetes. El juego principalmente
comprende: imaginación, deseo, comunidad, interacción, curiosidad y
creatividad. La mercancía no es estrictamente necesaria en el juego,
pero el sistema siempre nos obliga a reprimir nuestro deseo y fomentar
nuestra necesidad.
Mas allá de estas funciones que tienen los juguetes, las cuales
buscan domesticar tempranamente a los pequeños seres humanos, es posible
ver otras caras de la injusticia. Porque mientras algunos niños tienen
la posibilidad de adquirir regalos para la navidad, otros sencillamente
tienen otras prioridades. Así mientras una niña recibe su muñeca, otra
niña recibe pañales ¿por qué pañales? Porque a sus 14 años ya es madre y
tiene que preocuparse de su hijo. Otro niño, no recibe nada ¿por qué no
recibe nada? Porque es parte de los 148 millones de niños que sufre de
desnutrición infantil y esta más preocupado de echarse algo a la boca
que de recibir juguetes para la navidad. Una verdadera putada, pero
Santa Klaus no deja nunca de reír, parece que para él las ventas van de
maravilla.
La muerte de nuestra espiritualidad
¿La falta de cariño en nuestras relaciones sociales se arregla
obsequiando regalos? ¿La pobreza de nuestras relaciones humanas se
compensa con chocolates? ¿La vida monótona y enajenada que sufren
millones de personas se alivia con una noche de regalos? ¿La explotación
y el hambre de otros millones de personas se amortigua con la Navidad?
Dentro de este espiral consumista y materialista, ¿Conserva algo de
espiritual la Navidad? Yo creo que nada, o muy poco.
Mi posición a favor de la anarquía inevitablemente supone que estoy
en contra de cualquier jerarquía. Por lo cuál me niego a aceptar una
autoridad religiosa que me diga cuando y cómo celebrar mi
espiritualidad, es por eso que no escucho a ninguna autoridad
eclesiástica. Incluso, voy mas allá y digo que no acepto religiones que
medien entre mi persona y mi espiritualidad. Creo que ese camino debe
encontrarlo cada persona con sus propios medios y caminos y no deberían
interceder autoridades religiosas, ni religiones en ese proceso.
¿Qué es la espiritualidad? La verdad es que no lo sé, solo tengo
algunas ideas vagas. Creo que mi espiritualidad es aquello que me une
inevitablemente con todo lo demás en el universo. Es esa certeza de
sentirme una parte minúscula del universo, pero armónica con un todo
mucho mas grande y complejo. Es la certeza de que cumplo un papel en
este engranaje cósmico y basto que es el universo. Es por eso que si
tuviéramos una espiritualidad desarrollada como humanidad tendríamos
constancia y certeza de ser solo una parte mas del planeta y el
universo, por lo tanto no estaríamos destruyendo el medio ambiente y la
naturaleza de la forma en que actualmente lo hacemos. Destruimos nuestro
entorno porque perdimos esa unión con nuestro alrededor, nos hemos
transformado en criaturas egolatrías que pretenden ser el único centro
del universo. El dios todopoderoso es a nuestra imagen y semejanza, así
de auto-referentes.
Por todas esas razones soy ateo y pretendo acceder a mi
espiritualidad de manera directa, a través de mi propia comunicación con
mi interior y el exterior. Creo que para tener conciencia de nuestra
realidad y ser nuevamente partes armónicas en el planeta debemos
desechar los mecanismos que quieren mediar y controlar esa relación
entre nosotros y nuestra espiritualidad. Todos los curas, sacerdotes o
maestros de cualquier religión pretenden ser intermediarios entre la
divinidad y nuestro espíritu, quieren ser el puente entre nosotros y
dios. Lo cierto es que no hay tal divinidad fuera de nosotros, sino que
todos la guardamos dentro, somos parte integral de un todo divino,
porque todos y todas somos potencialmente divinos en la medida en que
nos conectemos con nuestro entorno y adquirimos conciencia de él. Si
logramos ésto, las cosas que potencialmente podríamos crear serían
impresionantes, ya que no cabrían en los moldes del pensamiento
contemporáneo.
Actualmente la mediación con nuestra espiritualidad no solamente esta
mediada por autoridades religiosas, sino principalmente a través de la
autoridad de la mercancía. Es ella la que pretende ser el nuevo puente
entre el sujeto y su espiritualidad. Si consigues dinero podrás entonces
acceder a experiencias de carácter libidinal y espectacular: desde
técnicas de meditación espiritual, hasta conciertos fabulosos en donde
la música te conecte con algo mas allá. Desde viajes místicos por el
mundo, hasta aparatos que prometen darte el cuerpo perfecto para que
disfrutes una vida plena. Desde experiencias con técnicas orientales de
relajación, hasta cirugías que te darán una apariencia confortable
contigo mismo. El dinero lo puede todo, incluso comprar tu
espiritualidad.
Pero el símbolo mas concreto de que estas operaciones de la mercancía
son falsas es el que explicare a continuación. Como dijimos, la
espiritualidad es la conexión trascendente entre nosotros y nuestro
entorno, es la conciencia de tal vinculo que nos hace partes integrales
de algo mucho mas grande, por tanto nos da un verdadero sentido a
nuestras existencias en el ahora mismo y no en el cielo o después de la
muerte como aseguran las religiones, por ejemplo. Sin embargo el sistema
de la mercancía y su consumismo aparatoso nos esta llevando al
agotamiento acelerado de todos nuestros recursos naturales, en conjunto
con el deterioro sistemático de nuestro entorno. El actual sistema esta
destruyendo su entorno porque no tiene ninguna conciencia del mismo. No
es parte integrante de la vida en general, sino que se a automatizado en
función de la ganancia y la ambición, en función de la dictadura de la
economía. Nuestra sociedad se a escindido de la realidad, se ha
enajenado de su entorno, como si fuéramos algo separado y distinto de la
naturaleza, cuando deberíamos ser partes integrantes de esta ultima.
Actualmente no nos concebimos como parte de la naturaleza, sino como
entes que buscan dominarla a su antojo. Si el actual sistema estuviera
cimentado en bases verdaderamente espirituales estaríamos conectados con
lo global, con el resto de seres vivos del planeta y con cada una de
las cosas que habitan el universo, pero lamentablemente nos damos cuenta
que esto no es así, a lo que verdaderamente se dirige la humanidad es a
una catástrofe ambiental global sin precedentes en la historia humana,
este es el símbolo perfecto de nuestra enajenación, de nuestra
separación con todo el universo, en definitiva es el símbolo perfecto de
la muerte de nuestra espiritualidad.
La navidad, al hacerse parte del asesinato de la espiritualidad, no
tiene ningún carácter espiritual, es una fiesta que atenta contra la
misma, ya que participa de forma importante en el asentamiento y
consolidación de la sociedad consumista que nos lleva cada vez mas hacia
el abismo. ¿Entonces deberíamos abolir la navidad? Me parece que en
términos ideales esto debería hacerse ya que creo que nuestra
espiritualidad se debería celebrar todos los días de nuestra vida y no
cuando una religión nos dice que lo hagamos, sin embargo la realidad es
compleja y no se puede abolir una institución de miles años de un día
para otro. Aun así es posible empezar a dejar claras algunas cosas para
una futura emancipación social, y por qué no decirlo, espiritual, de la
humanidad.
Lo que quiero dejar en la claro en este articulo es la mediocridad de
la navidad en nuestros días, de su vació espiritual, a la vez de
tomarla como ejemplo para nombrar el vació general de la sociedad
moderna, en donde reína la religión de la mercancía. Alguien podrá decir
que la navidad no es lo que yo describí en este articulo, que la
navidad comprende otros valores. Claro, quizás podrían tener algo de
razón esos argumento, no niego que la navidad puede ser un espacio en
donde se generen espacios de comunidad entre los miembros de una familia
o incluso entre vecinos de un mismo barrio o población, pero no por eso
debemos callarnos frente a toda la otra infinitud de falsedades que
trae aparejada la navidad del siglo XXI. Tampoco digo que todos los que
celebran la navidad son partidarios de la dictadura de la mercancía,
sino que lo que trato de decir es que la institución de la navidad
sirve, en gran medida, para justificar la autoridad del capitalismo y
sus mecanismos reproductores.
Entonces, resumiendo, lo que quiero decir en primer termino es que es
imposible que la celebración de la navidad tenga algún contenido
espiritual si esta inserta en la sociedad capitalista de consumo, y en
último termino quiero decir que la espiritualidad tampoco debería ser
algo que celebremos una vez al año, sino que debería ser una practica
cotidiana de acercamiento y comunicación con nuestro entorno y todas las
partes y seres vivos del universo que lo componen. La conclusión a
estos planteamientos es que no necesitamos ni la autoridad de la
mercancía, ni la autoridad de la religión para celebrar nuestra
espiritualidad.
Ahora, cada uno vera si celebra o no la navidad, pero nadie puede
hacerse el tonto frente a la mediocridad que implica esta celebración.
Por ultimo los que opten u optemos por celebrar esta fiesta, ya que para
nuestros seres queridos aún guarda importancia, debemos intentar de
acercar estos temas a la conversación, tratar de involucrar a los otros
participantes en estas increíbles contradicciones que tiene la
celebración de la navidad como espacio de consumo masivo y enajenación.
Ese es quizás nuestro deber moral mínimo si no queremos ser tan falsos
como la nieve artificial que adorna los arbolitos de pascua. Los
verdaderos regalos en esta navidad no son los que se compran, sino los
que intentan abrir un poco la mente de quienes participan de esta
prostituida ceremonia.
Los que quieran pasar a las acciones como, por ejemplo, los
compañeros que lanzaron bombas molotov hace unos días a unos arboles
navideños en $hile, no merecen, desde mi punto de vista, ninguna
reprobación, claro que hay muchas otras formas de desacreditar la
institución navideña, pero, en cualquier caso, salir a manifestarse es
mejor que quedarse mirando los adornos navideños de las tiendas
comerciales.
Y por supuesto, una manera de acabar con todas estas mediocridades es
cultivando nuestra interrelación con el entorno todos los días, y
luchando contra cualquier forma de opresión, tenga ésta la forma de una
religión o de una mercancía. La idea es hacer, aunque seamos pocos, la
critica de forma cotidiana e integral. Esta es una manera de mantener a
flote el barco que contiene las nuevas ideas para un mundo distinto,
haber si llegamos a algún puerto pronto y no nos hundimos antes de
tiempo, a remar, entonces, contra la corriente!
https://periodicoelsurco.wordpress.com/2012/12/22/sobre-la-miseria-espiritual-de-la-navidad/
La Anarquía seria una sociedad sin estado, todas las funciones tradicionalmente desempeñadas por el estado son asumidas por el proletariado. El ejército abolido he sustituido por el pueblo en armas, las milicias voluntarias. Los ministerios suprimidos son sustituidos por la federación de los productores, autonomía local de los productores y federalismo. Solidaridad de autodisciplina en lugar de leyes. Policías y magistrados sustituidos por la vigilancia revolucionaria de los trabajadores...
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