En ciertas coyunturas las rupturas político-sociales son de tal envergadura que impregnan de un modo desmesurado los modos de representación y la producción artística en general. La efervescencia cultural y social del período acotado produce una gran corriente, plural, que aglutina colectivos y asociaciones de intereses diversos y contrapuestos, aunque con múltiples coincidencias en lo político, fraguados durante una larga época de represión. En esta línea, ha de señalarse que determinadas prácticas fílmicas rupturistas como las aquí abordadas no respondían sólo a la voluntad individual política o estética de los autores, sino que están envueltas en el ambiente de las profundas transformaciones del momento.
En el marco de una tentativa para recuperar la memoria y la mirada anarquista sobre el cinematógrafo y ciñéndonos al período posterior a la Segunda Guerra Mundial, centraremos nuestra atención en una experiencia significativa por cuanto suponía un intento de un cine alternativo realizado al margen de las estructuras oficiales y que representaba un verdadero impacto ideológico al ser los propios cineastas los dueños de los medios de producción y en principio libres de sometimientos, aunque los resultados finales fueran dispares. En España, en 1967, se organizan las Primeras Jornadas Internacionales de Escuelas de Cinematografía que aglutinan a casi todos los exponentes de la disidencia cinematográfica-política posterior. Pese a no fructificar en convocatorias posteriores, a partir de esos años se desarrollará un activo y amplio movimiento cinematográfico de oposición que trabaja en colectivos o pequeños grupos, proclamando sus identidades o manteniéndolas en el anonimato, y en materia fílmica, alternando entre la militancia orgánica y la experimentación formal y narrativa. Sus películas no se exhibían en circuitos comerciales sino a través de una amplia red de cine-clubs y otras asociaciones. Desde la convicción de situarse al margen de las estructuras capitalistas, estos colectivos buscan fórmulas alternativas de producción, distribución y exhibición de sus proyectos.
La Central del Curt (CDC), creada en 1974 y que prolongará su actividad hasta su disolución en 1982 (diferencias internas, problemas económicos, desmovilización política general), se presenta como la primera plataforma alternativa de distribución cinematográfica de cine militante. Autogestionada, heterógenea políticamente, contribuye significativamente a la configuración de una red cinematográfica de información y debate ideológico en una sociedad civil ávida de una oferta de este tipo dada la situación política. Asimismo, pone en marcha un proyecto de producción de películas, la Cooperativa de Cinema Alternatiu (CCA), que pese a su inicial indefinición ideológica, ya en 1975 se definirá a partir de su ideología libertaria. La CDC/CCA deviene un elemento crucial en el contexto del cine militante en España debido a sus numerosas relaciones con colectivos diversos al actuar de distribuidora de sus producciones, a su destacada presencia en el panorama nacional e internacional mediante su participación en muestras y debates sobre cine, y a su amplia visión del conjunto de la oposición fílmica.
Con la progresiva incorporación de nuevos miembros se van configurando diversas sensibilidades, muestra de la pluralidad de la experiencia, de la que seleccionamos para el caso que nos ocupa el colectivo de L'Hospitalet de Llobregat, formado por Bartomeu Vila, Mercé Conesa y Rosa Babí. Entre sus obras destaca la película Viaje a la explotación (1974), realizada bajo la denominación de Colectivo SPA, agrupación libertaria que debe su nombre a las iniciales del militante anarquista Salvador Puig Antich, y que aborda la problemática de la inmigración marroquí. Este grupo de L'Hospitalet realizará también en el marco de la CCA, Entre la esperanza y el fraude (1976), largometraje sobre la Guerra Civil basado en entrevistas con personajes de la época. Esta iniciativa de gente de base significa un acercamiento a la realización cinematográfica basándose en temas sociopolíticos del momento y que asumen como propio del trabajo militante la distribución de sus películas y las de otros cineastas y colectivos.
De aparición tardía y trayectoria fugaz se constituye el Equipo Penta, cuyos miembros proceden del Colectivo SPA y de la Cooperativa de Cinema Alternatiu, y que realiza a finales de los setenta dos filmes muy combativos: Guerrilleros (1978) y Quico Sabaté (1980), ambos de clara inspiración libertaria.
Estas experiencias cinematográficas de carácter libertario cobran además otra dimensión si atendemos al predominio hegemónico en el discurso fílmico general, tanto en ámbitos más industrales y comerciales como en los márgenes del cine más independiente, de corrientes adscritas a las distintas tendencias del marxismo. En una película emblemática como Informe General(1976), de Pere Portabella, radiografía de un estado de ánimo general en el que interroga sobre sus proyectos a los representantes más cualificados de distintas fuerzas políticas, y que presenta unos méritos que en su contexto pueden hacer de ella una obra única, se puede apreciar como deja fuera a los anarquistas, dejando entrever cierto dogmatismo adscrito a la intencionalidad del film marcada por su tendencia comunista.
Pese a las intenciones discursivas reaccionarias y a las miradas complacientes, algo ha cambiado en el terreno de lo representado por lo que atañe al anarquismo en el cine, ya que se ha otorgado un protagonismo a ese mundo anteriormente negado más allá de los tradicionales arquetipos, comprobando por tanto la necesidad de profundizar en prácticas fílmicas de ficción y no ficción de diversos países (EEUU, Argentina, México, Italia, Francia, España,...) interesadas en abordar desde una óptica libertaria temáticas como el sindicalismo, la ecología, la memoria, el maquis libertario, la violencia política,. para así trazar un mapa de la mirada anarquista en el cine que acompañe a la recuperación científica del anarquismo producida en las ciencias humanas y, a la vez, sacudirse el manto de olvido interesado que sobre ella pesa.
Cine actual
También desde el cine comercial más actual, y sin tener en cuenta el aspecto documental, se ha prestado atención al fenómeno libertario, tanto en el ámbito hispánico como a nivel internacional, con títulos como Malatesta (Lilienthal, 1970), The iceman co-meth (Frankenheimer, 1973), Nada (Chabrol, 1974), Rojos (Beatty, 1981), V de Vendetta (McTeigue), La Patagonia rebelde (Olivera, 1974), Ora sí tenemos que ganar (Kamffer, 1978) y Cananea (Fdz Violante, 1978) en México, La verdad sobre el caso Savolta (Dro-ve, 1980), La estrategia del caracol (Cabrera, 1993), Libertarias (Aranda, 1996), Terra y libertad (Loach, 1995), El corazón de la tierra (Cuadri, 2007), algunas películas de F. Fernán Gómez o el cine de A. Tanner y C. Faraldo en Francia.José María Cerviño Vila Número especial Solidaridad Obrera: 100 años de anarcosindicalismo http://www.soliobrera.org/pdefs/centenario.pdf
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