Por Inti Rodríguez
"El enemigo
de Venezuela es todo el que quiera poner un pie aquí. Y yo no dudo de
que los estadounidenses quieran venir a buscar petróleo. Tenemos que
estar preparados: Si quieres la paz, prepárate para la guerra". Así
declaraba en noviembre de 2008 el Jefe del Comando Estratégico
Operacional de la Fuerza Armada Nacional, General Jesús González, para
justificar el incremento de 555% en gasto armamentístico realizado por
el gobierno venezolano en los últimos 10 años. “Los yanquis
quieren nuestro petróleo”, “tenemos que proteger nuestras instalaciones
petroleras de cualquier amenaza imperial”, palabras más, palabras menos,
el discurso del presidente Chávez y de todos los funcionarios de su
gobierno, ha querido instalar en el imaginario popular el peligro de una
supuesta confrontación con Estados Unidos. Los bombarderos gringos
atacarían nuestras refinerías con la intención de derrocar al gobierno
“antiimperialista y revolucionario” del comandante presidente, y
llevarse nuestro petróleo porque, según la mentira oficial, ahora PDVSA
es de los venezolanos y no de las transnacionales.
Los sucesos
ocurridos en el Complejo Refinador de Paraguana - Amuay, demuestran que
no hacen falta bombarderos supersónicos para destruir nuestra principal
industria. En primer lugar, porque más allá del discurso gobiernero, las
transnacionales Norteamericanas, Rusas, Españolas, Chinas y de otros
países, continúan saqueando nuestras riquezas de la misma forma en que
lo hicieron en el pasado, hoy con mayores garantías y en condición de
socias, gracias a la creación de las llamadas “empresas mixtas”, que no
son otra cosa que la disimulada privatización de PDVSA.
En segundo
lugar, porque la ineficacia gubernamental y la corrupción en el manejo
de los recursos generados por la renta petrolera y la producción
gasífera, han convertido a PDVSA en una especie de caja chica al
servicio del partido de gobierno, ocasionando el progresivo
desmantelamiento de las instalaciones, la ausencia de mantenimiento
preventivo y correctivo, y la violación a protocolos de seguridad
industrial, lo que trae una consecuencia lógica: la reiteración de
accidentes y la caída en los niveles de producción.
Según un
trabajo realizado por el diario El Universal, sólo en el año 2012 se han
reportado más de 30 accidentes de distinta magnitud, asociados a la
industria petrolera. El 7 de enero de este año, Iván Freites, Secretario
General del Sindicato Único de Trabajadores Petroleros,
Petroquímicos, Gasíferos y Conexos del Estado Falcón (SUTPGEF) y
Secretario de Profesionales y Técnicos de la Federación de Trabajadores
Petroleros de Venezuela (FUTPV), denunció la explosión del horno F-301
de la Refinería Cardón, lo que causó la paralización de la actividad,
afectando la producción de naftas y gasolinas de alto octanaje para
exportación.
Posteriormente, el 13 de enero, se hundió una embarcación en el Estado Zulia, dejando saldo
de un
fallecido y nueve heridos. Un día después, el 14 de enero, dos
trabajadores murieron y 22 resultaron heridos al chocar una gandola con
el autobús que los transportaba desde el Estado Zulia hasta Caracas,
para asistir a un acto del presidente Chávez. El 21 de enero,
trabajadores petroleros del Complejo Refinador Paraguaná, denunciaron su
inconformidad con la inseguridad industrial y personal que padecen en
las instalaciones de la refinería.
En lo que
quizá fue una de las principales crisis ambientales de la historia
venezolana, el 06 de febrero de 2012, aproximadamente 1000 barriles de
petróleo fueron vertidos al río Guarapiche en el Estado Monagas, luego
de la rotura de una tubería que transportaba crudo desde las
instalaciones de Jusepín. La tardía y poco efectiva respuesta de las
autoridades y gerencia de PDVSA, ocasionó un verdadero ecocidio en la
zona, y mantuvo sin agua potable por más de un mes al 80% de
los habitantes de Maturín y otras poblaciones cercanas.
La lista es aún más larga y llevaría algo de tiempo reseñar cada uno de los sucesos ocurridos
durante la gestión del Presidente Chávez, y concretamente desde que Rafael Ramírez, está al
frente de Petróleos de Venezuela, S.A.
Lo ocurrido
este sábado no es más que la crónica de un accidente anunciado,
parafraseando a García Márquez, otra evidencia del talante antiobrero y
corrupto de la administración chavista. Las víctimas, 26 fallecidos y
más de 80 heridos, eran trabajadores humildes y jóvenes integrantes
de la Guardia Nacional, nuevas víctimas de la corrupción y la indolencia
gobiernera que ha sometido a los trabajadores a la precarización de sus
empleos, a condiciones de inseguridad laboral, al desconocimiento de
sus derechos y reivindicaciones y al permanente riesgo de perder sus
vidas.
Probablemente
los heridos de Amuay llegaron a hospitales carentes de insumos y
equipos para atenderlos dignamente. Los más de 4.000 millones de dólares
gastados en armas para “proteger a nuestro petróleo”, no alcanzaron
siquiera para dotar de gasa y algodón nuestros centros de salud, mucho
menos para hacer las inversiones necesarias que hubieran evitado esta
tragedia.
Al ver las
fotografías de los daños causados por la explosión, no queda duda que
Amuay se convirtió en una zona de guerra, solo que el enemigo no vino
del cielo, ni de portaaviones anclados en el Caribe, ni de mísiles
teledirigidos desde una base enemiga de ultramar. La devastación y
la muerte que vemos en las gráficas y que nuevamente nos llenan de
indignación, fueron causadas por un enemigo más cercano, el enemigo
de los trabajadores venezolanos, que desconoce los derechos de miles de
obreros y empleados del país, pone en riesgo sus vidas, criminaliza
la protesta, persigue a dirigentes sindicales y nos somete a condiciones
de vida cada vez más asfixiantes. Ese enemigo es el gobierno.
Ya se
levantan voces exigiendo la renuncia o la destitución del Ministro y
Presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, eso debería ser lo más coherente
para un gobierno serio, pero sabemos que la seriedad no es una
característica del actual régimen. Al gobierno no le duelen los muertos
de la clase obrera, al contrario, su desprecio y su indolencia enlutan a
estas 26 familias venezolanas.
Amuay no
puede quedar impune, las víctimas y sus familiares deben ser
oportunamente indemnizadas, debe señalarse a los responsables directos e
indirectos de esta tragedia, y deben hacerse las inversiones necesarias
para el mantenimiento preventivo y correctivo en las
instalaciones petroleras.
Unida en la lucha, la clase obrera se solidariza con nuestros hermanos Falconianos!
Correo: utopias79@gmail.com
Twitter: @intiamaru79
http://periodicoellibertario.blogspot.com.es/2012/08/vzla-amuay-zona-de-guerra.html#more
La Anarquía seria una sociedad sin estado, todas las funciones tradicionalmente desempeñadas por el estado son asumidas por el proletariado. El ejército abolido he sustituido por el pueblo en armas, las milicias voluntarias. Los ministerios suprimidos son sustituidos por la federación de los productores, autonomía local de los productores y federalismo. Solidaridad de autodisciplina en lugar de leyes. Policías y magistrados sustituidos por la vigilancia revolucionaria de los trabajadores...
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