El vocabulario violento, patadas a la conciencia
Son
ya muchos textos que han pasado por nuestras manos y quisiera pararme
un momento para hacer una valoración de los mismos, no en el contenido
en sí sino en su forma, los métodos utilizados para transmitir un
mensaje. Hay algo que realmente me llamó la atención y que tras darle
varias vueltas al asunto, he decidido tratarlo urgentemente. Se trata
del vocabulario violento que se emplea con cierta frecuencia y su uso en
las críticas no ayuda a extender nuestras ideas, o al menos generar
debates constructivos, sino a hacerlas que queden dentro de quienes ya
están convencidos de tales tesis expuestas en esas críticas. Se entiende
por vocabulario violento todas aquellas expresiones malsonantes,
palabras soeces y los tonos agresivos, aunque no expresamente tengan que
aparecer en textos que inciten a la acción directa violenta. Lo más
significativo de los textos que utilizan ese vocabulario es que se
quitan muchísimo el peso de los argumentos por muy acertados que sean,
pues el hecho de dirigirse agresivamente hacia alguien le ocasiona una
reacción de rechazo natural.
Cierto es que todos hemos pecado de usar un vocabulario violento en los
textos para descargar y expresar la rabia en algunas ocasiones, pero en
verdad con ello no llegamos a nada. De nada sirve limitarse a hacer
críticas destructivas hacia otras corrientes de pensamiento diferentes
al nuestro, salvo, como he dicho anteriormente, para el deleite
únicamente del grupo que suscriba esas críticas. De poco sirve verter a
través de la red textos incendiarios que llamen a la revuelta cuando no
hay organización. Han llovido un montón de críticas a la esterilidad de
los movimientos ciudadanistas o al inmovilismo de la izquierda e incluso
de algunas organizaciones anarquistas. Puede que en bastantes casos las
críticas sean acertadas y que más de uno se merece los calificativos
"comeflores", "progres", "socialistos"..., pero no en todos. Desde unos
pocos sectores del anarquismo se ha llevado un discurso meramente
destructivo, llegando incluso a la soberbia insultando a los
anteriormente mencionados sin aportar ninguna tesis constructiva. Es
más, se apartaron de éstos dejando el terreno libre para ser aprovechado
por otros. Y de cara a la sociedad, más o menos se anda en las mismas.
Mantener la compostura no resulta tan sencillo y muchos caen en ese
infantilismo que suponen los insultos gratuitos. El uso de un
vocabulario violento es desagradable y repulsivo que deslegitima los
propios argumentos que se exponen haciendo de ese texto dirigido
solamente a los de siempre, o en casos minoritarios, convencer a algunos
pero sin aportarle gran cosa. Y es por ello que a la gran mayoría, e
incluso a gente que sienta curiosidad por el anarquismo, se les ofrezca
una imagen distorsionada de lo que es el anarquismo en cuanto a nuestros
valores, nuestras pretensiones y nuestros fines. No se es más
anarquista por usar un vocabulario más agresivo, por introducir
expresiones ofensivas y por usar palabras soeces, es más, violentar el lenguaje supone llevarnos al autorreferencialismo y demuestra el embrutecimiento en que se haya el precariado.
La soberbia se lo dejamos a los autoritarios y dogmáticos porque el
vocabulario violento entra en contradicción con los valores que
poseemos.
¿Qué es entonces lo que planteo yo? Si buscamos convencer en vez de
imponer, lo más consecuente sería con argumentos bien expuestos y evitar
el vocabulario violento y las subidas de tono. Puede que sea algo
difícil pero siempre es preferible la labor constructiva y usar el
lenguaje escrito como herramienta para aportar nuestras ideas y que
sirvan tanto para el enriquecimiento de personas dentro del círculo
anarquista como para interesar a los que les asaltan las dudas. Ello no implica rebajar nuestro nivel, es
posible mantener la sustancia y la solidez de los argumentos y críticas
del texto sin tener que usar un vocabulario violento. De hecho, el
empleo de un vocabulario no violento da mayor credibilidad y seriedad a
dichos textos. Lo cual, este aspecto es importante si tenemos en cuenta
que no deseamos forzar el entendimiento. No podemos esperar que los que
difieren con nuestra forma de pensar asuman unas crítica destructivas
así por así. Sin embargo, en ocasiones, si se pretende una crítica algo
más dura es conveniente usar el tono sarcástico que los insultos
gratuitos.
El vocabulario violento tiene un marcado carácter antisocial y
si queremos extender nuestras ideas, no podemos ser antisociales porque
se está demostrando que no da muy buenos resultados. En estos tiempos,
apostar por un anarquismo social y organizado es la esperanza de poder
materializar nuestros sueños, o al menos dar el primer paso. Hemos caído
en un error que debemos corregir, pues en estas circunstancias cuando
el anarquismo se encuentra casi marginado, es contraproducente que se
siga vertiendo textos con un vocabulario violento y deberíamos
pensárnoslo dos veces antes de publicar algo. Dejemos de dar patadas a
las conciencias porque produciremos el efecto contrario al deseado y en
su lugar, tratemos de despertarlas desde la humildad pero sin dejarse
humillar, usando un vocabulario no muy difícil de entender pero
manteniendo el nivel y, por supuesto, que nuestras palabras acompañen a
nuestros hechos.
Luis Pascual
http://www.mundolibertario.org/secciontumornegro/
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