Ahora estamos atravesando una crisis mundial por la especulación y la avaricia de los que más tienen y la estamos pagando la clase trabajadora y el pueblo, mientras otros se enriquecen sin que nadie les ponga límite. Por poner un ejemplo, la crisis no existe para el presidente del BBVA que cobra 4,37 millones de euros al año (unos dos millones de pesetas diarias ) y tiene una indemnización por despido de 93,7 millones de euros... ¡cómo no va a generarse crisis! Y, como es lógico, para ayudar al presidente del BBVA y a tantos otros como él, la patronal ha exigido a Zapatero el despido gratis (el libre ya existe) y el paro va en aumento vertiginoso.
La población que más está sufriendo la crisis es la inmigrante en todo el globo terráqueo, porque este planeta se ha convertido, para la mayor parte de su población, en una trampa mortal. Millones de inmigrantes viven en campos de concentración: en España se los denomina Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE): existen 10 centros en Algeciras, Barcelona, Fuerteventura, Lanzarote, Gran Canaria, Madrid, Málaga, Murcia, Tenerife y Valencia. En estos centros son detenidos sin intérprete. Muchos han sido apaleados e insultados. Hay historias terribles en las que a veces se ha detenido y repatriado a inmigrantes separándolos de su familia. Algunas mujeres han pasado semanas en un CIE teniendo que dejar a sus hijos en la guardería. En estos centros los inmigrantes aguardan, como los turistas de un vuelo chárter, a ser suficiente número para llenar un avión que los repatríe. Y en no pocos casos son repatriados a un país que no es el suyo, en el que aterrizan sin dinero ni recurso vital alguno. Las condiciones higiénicas de los CIE son peores que las de las cárceles. Muchos inmigrantes tienen que hacer sus necesidades en los patios; por la noche, en el lavabo de las celdas, porque permanecen cerradas hasta las ocho de la mañana. Estamos hablando de centenares de personas apiñadas, muchas de ellas enfermas, con dolencias que van desde el sida a la gastroenteritis. No se ha habilitado ninguna plantilla de asistentes sociales.
Estos centros, junto con los otros de ciudades europeas y los construidos, con fondos europeos, en países africanos, como Libia y Mauritania, son uno de los pilares de la política de repatriación de Europa, que no se conforma con cerrar sus fronteras a cal y canto, sino que desde hace años encomienda a los países por donde transite la emigración (Marruecos, Mauritania, Argelia, Libia...) la tarea de impedir su paso, sin mostrar muchos escrúpulos en cuanto al respeto de los derechos humanos. Les encarga, en definitiva, el "trabajo sucio" y cierra los ojos cuando esas personas son golpeadas, asesinadas o abandonadas en el desierto. El pasado mes de junio se aprobó la Directiva Europea de Retorno (conocida como "directiva de la vergüenza") que permite encerrar en ese tipo de centros a los inmigrantes "sin papeles" por periodos de hasta 18 meses en espera de que puedan ser expulsados. Y esto tiene su influencia en España.
Las medidas del gobierno español durante el último año son totalmente coherentes con esa deriva europea de represión y de racismo institucional, ya que se viene produciendo una auténtica persecución a los "sin papeles"; en los últimos meses se han incrementado los controles de identidad y las redadas policiales masivas, para cubrir los "cupos" de detenciones que permitan presumir de "eficacia" en la lucha contra la delincuencia (como si no tener "papeles" fuera un crimen), fomentando además en la opinión pública la criminalización de los extranjeros y de quienes parecen "distintos". El ministro de Interior lo niega, pero las redadas siguen produciéndose, y hay pruebas de ello (denuncias de los propios policías, grabaciones en vídeo...).
Se siguen produciendo, incluso, expulsiones de menores, vulnerando en ocasiones el deber de tutela que tienen las administraciones públicas.
El anteproyecto de modificación de la Ley de Extranjería supone una nueva vuelta de tuerca en la discriminación de las personas según su origen nacional, y una mayor criminalización, no sólo de los "sin papeles", sino también de las personas y colectivos que se solidaricen con ellos.
Entre los contenidos más graves de la futura ley, están el aumento del tiempo de detención en los CIE, desde los 40 días actuales hasta los 60, o la limitación de las posibilidades que tienen las personas inmigrantes de reagrupar a sus familias. Pero el artículo 53.c del anteproyecto va aún más lejos, y sanciona como falta muy grave (con multa de hasta 10.000 euros) "a quien promueva la permanencia irregular en España de un extranjero", sin especificar que sea con ánimo de lucro. Así, con la disculpa de perseguir a las "mafias" se está penalizando a personas y asociaciones que ayudan, acompañan y acogen a inmigrantes "sin papeles" de manera altruista. Se están fomentando los instintos más egoístas e insolidarios en la población española. La situación es tan grave que se ha denegado la entrada a los CIE a las ONG, incluso a la Cruz Roja (que hasta incluso pudo entrar en los campos nazis). ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados) y CEAR (Comité Español de Ayuda al Refugiado) han tenido muy difícil cumplir con su papel. El motivo es que los inmigrantes no son fácilmente clasificados como refugiados. Todos ellos son, sin duda, refugiados de este mundo que se ha convertido en un matadero, pero no siempre cumplen con el protocolo del refugiado político que maneja la Cruz Roja; aunque la verdad salta a la vista: esa gente no hace otra cosa que huir de un campo de concentración... Esto es lo que el capitalismo y el neoliberalismo han hecho de sus países.
Es absolutamente indispensable acabar con este tipo de centros de detención y tortura, por el bien del género humano.
La Internacional de Federaciones Anarquistas (IFA) está desarrollando una campaña contra esos antros y los Estados que los sustentan, que ejercen su violencia y terror contra las personas por el sólo hecho de huir de la miseria en busca de un futuro mejor para ellos y sus familias.
Los anarquistas no podemos permanecer impasibles ante esta situación. Hemos de desmontar los discursos xenófobos, promover y apoyar todas las acciones que luchen por la restitución de los derechos humanos y la solidaridad, denunciar la masacre que se está llevando a cabo con los pobres y desheredados de la tierra que sólo intentan buscarse la vida, cumpliendo con el primer deber que todo ser viviente tiene: Vivir.
Grupo Tierra - Periodico Tierra y Libertad
http://puertoreal.cnt.es/es/denuncias/1404-nuestra-patria-es-el-mundo-y-nuestra-familia-la-humanidad.html
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