La violencia no es ni mala ni buena. Se produce de forma natural y espontánea en muchísimas facetas de la naturaleza, violencia entre unos animales con otros para alimentarse, por ejemplo. Esta forma de manifestarse de ciertas especies de animales no debe llevarnos a pensar que sea el comportamiento lógico y normal de las mismas, ya que según las circunstancias especiales y concretas de cada momento histórico, las diferentes especies colaboran entre sí aunque hayan sido enemigas irreconciliables en el pasado. Se trata del apoyo mutuo para hacer frente a las adversidades y poder sobrevivir. La violencia puede surgir por diversas causas y al finalizar estas, desaparece, no se perpetúa.
Hoy en día, en la especie humana la violencia es ejercida sistemática y principalmente por el Poder/Capital/Estado en forma de ejércitos, policía, jueces, familia, educación, videocámaras,… esta violencia se envuelve en un velo de legitimidad debido a que proviene del poder público, que es representación de la voluntad general, o eso pretenden hacernos creer con la democracia. Pero nosotras, las anarquistas, las oprimidas, las explotadas, sabemos que esto no es verdad, que el Poder solo beneficia a aquellos que lo poseen u ostentan y que tratan de permanecer en el tiempo sometiendo a las demás a sus dictados y condiciones. Frente a esta violencia institucionalizada, los individuos tenemos derecho a rebelarnos utilizando para ello la violencia, que sería legítima en este caso.
Por todo ello, desde este Poder tratan de convencernos mediante el sistema educativo y los medios de comunicación, que están a su servicio y realizan una actividad machacona de decir sus verdades para hacerlas creíbles, que la violencia es mala, pero ¡ojo! La violencia del Poder no es tal violencia, es una coacción (eufemismo), necesaria e imprescindible para mantener la paz social, es decir, se nos hace creer que con la violencia no se soluciona nada, se la demoniza hasta extremos insospechados, nos quieren hacer creer que la única lucha y enfrentamiento al sistema debe hacerse a través de una vía pacífica y legal, pero hay que tener cuidado, en realidad existe una lucha pacifista adoptada por algunas compañeras (ejemplo: resistencia pasiva, desobediencia civil) que no debe ser menospreciada, rechazada y confundida con otras organizaciones (pacifistas) al servicio del Poder, como por ejemplo: “Gesto por la Paz” o “Movimiento contra la Intolerancia”, las cuales son una parte más del sistema y de sus engranajes. La lucha pacifista puede ser válida siempre y cuando se realice de forma directa, sin intermediarias y fuera de la ley.
La violencia no es agradable, con su uso se pierde parte de la legitimidad o de razón que se pudiera tener al imponer una cosa, pero conviene tener muy en cuenta que frente a la violencia ejercida desde el Estado y para poder enfrentarse al sistema, es necesario recurrir en ocasiones a emplear también la violencia, ya sea sobre las cosas, ya sea sobre las personas. Este tipo de violencia puede ser apreciada como autodefensa.
Esta violencia revolucionaria no debe ser ejercida desde unas vanguardias o grupos armados de élite, es necesario que para que esta autodefensa sea lo más productiva posible, su uso se generalice al máximo, que no se delegue. El Capital puede hacer frente con mayor o menor fortuna a un acto de sabotaje aunque el mismo le suponga la pérdida de varios millones de pesetas (dólares, euros…), ya que parte de la regeneración del capitalismo se basa en la destrucción (ejemplo: después del “crack” de las bolsas de 1929 con la segunda Guerra Mundial [1939-1945, Guerra Capitalista] y la destrucción que se produjo, se logró reanimar al capitalismo mundial). La utilización de la violencia, para que sea lo más eficaz posible, debe ser susceptible de ser realizada por cualquiera y con independencia de su situación: parado, estudiante, trabajadora, ama/o de casa…con ello se conseguiría, por una parte, la implicación de mayor gente en las luchas (impedir la creación de vanguardias delegacionistas y dirigistas) y por otra, que la lucha se extendiera y se generalizara, haciendo, muy difícil para el Poder su control y/o manipulación. Por ello también no hay que realizar acciones espectaculares, sino que hay que buscar la sencillez de las mismas, es decir, cuanto más simples sean las mismas más difícil será para el Poder el determinar su autoría y manipular en su propio beneficio.
Esto permite distinguir a la violencia revolucionaria del terrorismo, ya que la primera surge de forma espontánea, desde el pueblo y se encuentra enraizada en sus problemas y luchas cotidianas, mientras que el terrorismo solo busca provocar el terror a una parte cada vez mayor de la población y lleva parejo un distanciamiento cada vez mayor con las opiniones de aquellos/as a los que se dice representar, y es perfectamente asumible y manipulable por el estado, el cual se presenta ante la opinión pública como el garante de las libertades y de los derechos de los ciudadanos y se encuentra listo para adoptar aún mayores medidas de control y seguimiento de la población.
La violencia revolucionaria se dirige contra todo aquello que nos oprime, domina y explota (personas, objetos, instituciones…). No se trata de una violencia macarra practicada por “hooligans”, sabemos quienes son nuestros enemigos y por qué lo hacemos.
No conviene idealizar tampoco la violencia, ni centrarnos única y exclusivamente en el manejo de la violencia. Lo importante y trascendental es el uso de la acción, sin intermediarios/as, ejercida y decidida por nosotros mismos/as, sea esta de índole pacífico y violento, según las circunstancias del caso concreto, pero sin dar exclusiva prevalencia a una sobre la otra o viceversa. Para ello debemos actuar a través de asambleas (en las fábricas, en los barrios, en los grupos de afinidad…), de una forma horizontal para decidir por nosotras mismas qué hacer, cómo y cuándo.
Concluyendo, no conviene tampoco desdeñar o desechar la realización de actividades de propaganda, culturales, para dar a conocer nuestro mensaje, como por ejemplo: carteles, charlas, pegatinas, panfletos, pintadas, folletos…pero no hay que quedarse simplemente en esto, debemos dar un sentido práctico a todo aquello que escribimos y decimos en todas las facetas de nuestras vidas: en el trabajo, en los estudios, en la calle, en la familia, en las relaciones con las demás, en la forma de comportarnos…lo importante es que aprendamos a actuar por nosotras mismas sin delegar en nadie ni en nada, que nosotras seamos nuestras propias dueñas, recurriendo en nuestro actuar diario a métodos pacíficos y/o violentos según veamos conveniente, alternando ambos para conseguir al meta que nos hayamos fijado.
Federación Ibérica de Juventudes Libertarias FIJL – Palencia
Extraido de la revista “Jake Libertario” (Órgano de expresión de FIJL) nº19 (2002)
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