Lo que hoy
se practica bajo el nombre de fiesta es una de las opciones
mayoritarias en esta sociedad para evadirse de una realidad aciaga y
destruir, de paso, todo lo que pueda convertirnos en personas
libres. Para empezar, toda la fiesta está dirigida al consumo
de drogas (legales o ilegales), sobre todo alcohol y cannabis,
pero también cocaína, speed, anfetaminas, drogas de diseño,
alucinógenos, etc. Siendo, por lo general, el alcohol y el
cannabis las puertas de entrada hacia el policonsumo de otras
sustancias. No hay más que probar a “ir de fiesta” sin tomar ningún tipo
de droga, ni siquiera alcohol; la mayoría de las personas encontrarán
que la denominada fiesta no es para nada divertida.
Al estar todo dirigido hacia el consumo
de drogas, la persona se encuentra con una percepción alterada de
la realidad, por lo tanto, su conciencia se ve alterada. Esto
es importante en tanto en cuanto es una forma de control: si la
realidad no me gusta, en lugar de afrontarla y hacerme consciente
de cómo funciona el mundo que me rodea para transformarlo (lo
cual resultaría doloroso), altero mi conciencia tomando sustancias
que, por un lado me hacen sentir placer o eliminan el displacer
y, por otro, me alejan de esa realidad que no me gusta. Así, se
puede soportar de nuevo otra semana más de explotación laboral, de
pedagogía autoritaria, de control social, etc. Por otro lado se
convierte en una práctica totalmente individualista, que nos aleja de
las demás personas. No hay más que ver lo que es una discoteca: una
enorme sala en la cual la gente se apelotona, pero la música está a
un volumen tal que no se puede hablar si no es gritando, por lo tanto,
las relaciones se reducen a bailar en solitario, a pesar de estar
rodeade de gente. Es decir, por un lado se altera la percepción de
la realidad, y, por el otro, las capacidades relacionales. En
este estado, difícilmente podrán las personas identificar los
problemas de esta sociedad y trabajar colectivamente para
construir una sociedad nueva; además, como hemos dicho
anteriormente, tampoco lo necesitarían ya que escapan durante el fin
de semana de la realidad, liberando así toda la tensión que les
pueda producir un mundo que no gusta a nadie y pudiendo
afrontar otros cinco días más de realidad institucionalizada.
Sin embargo, abogar por la desaparición
de la diversión sería absurdo, ya que el ser humano necesita divertirse.
Por otro lado, si la diversión concebida tal y como se concibe hoy, es
un potente instrumento de adormecimiento de masas, sería interesante
redefinir el concepto de diversión convirtiéndola en algo
autoconstruido, consciente, agradable, relacional, creativo y activo. Y,
llegando a este punto, creado un nuevo concepto de diversión basado en
una actividad creativa y consciente, surge otra cuestión: ¿Dónde está la
línea que delimita a estas actividades de las actividades que
consideramos “trabajo”? ¿Qué es, para nosotres, el trabajo y qué es la
diversión?
Actualmente vivimos en una dinámica
social en la que estos conceptos están claramente separados: lo que se
conoce como trabajo es esclavitud asalariada, algo alienante, duro,
sacrificado y muy poco gratificante; en contraposición a este concepto
de “trabajo = esclavitud” aparece el concepto del “ocio” como
tranquilidad, evasión y distensión, para poder, precisamente, continuar
soportando lo insoportable. Sin embargo, ¿corresponde esta noción
capitalista de “trabajo” al sentido que cobra el trabajo en el ámbito
libre y consciente propio de una lucha libertaria? ¿o incluso al sentido
que cobraría en una sociedad verdaderamente libre?
Nosotres, contraries a la alienación del
individue, que luchamos y abogamos por la capacidad de
auto-gobernarnos en el día a día, entendemos el trabajo como una
actividad creativa y gratificante: a lo que se denomina trabajo nosotres
lo llamamos esclavitud. Es este nuevo concepto de trabajo lo que
realizamos en nuestra lucha del día a día. Un trabajo que, si bien
conlleva momentos de mucho esfuerzo, agotadores y no exentos de
frustración (en manifestaciones y piquetes, en toda lucha que
emprendemos para combatir situaciones opresivas, injustas y totalmente
indeseadas), también aporta momentos constructivos, edificantes y
gratificantes (en cada acto que culmina con éxito, en cada jornada de
encuentro que realizamos en la que compartimos nuestros conocimientos,
nuestros intereses, nuestras inquietudes y nuestros posibles proyectos,
etc.). En un entorno así, en el que el trabajo ya no es un antónimo
obligado de la felicidad, ¿qué espacio merece ocupar el ocio, y la
evasión?
Como anarquistas, consideramos la lucha
por la libertad como parte de nuestra esencia, de nuestra propia vida.
No la relegamos a un “hobby ocasional” con el que desahogarnos después
del trabajo, ni tampoco la categorizamos como un “trabajo necesario,
pero duro y fatigoso” del que necesitemos desconectar con jornadas
intensivas de ocio despolitizado que nos haga la vida más llevadera.
Nuestra lucha, nuestras ideas, son algo
nuestro, algo auto-construido e intrínseco a nosotres, algo que nos
enriquece y nos hace crecer como personas: no queremos evadirnos de
ellas sino permitir que se hagan cada vez más fuertes y ganen terreno al
Estado. Por ello, en contraposición al ocio despolitizado y vacío de
contenido, abogamos por la necesidad de aumentar los espacios de lucha,
de libertad y creatividad. Espacios ideologizados que nos permitan
seguir creciendo individual y socialmente. Consideramos que la felicidad
ha de residir en esa libertad conquistada día a día y no en la evasión.
Es por esto que no queremos crear ni
promover la ilusión de un ocio falsamente alternativo que siga
reproduciendo los mismos esquemas del ocio capitalista, que siga siendo
la diversión por la diversión y que no tenga en la práctica pretensiones
más allá de la evasión y el desahogo. No queremos crear espacios de
alienación y consumo que nos hagan más soportable la vida dentro de este
sistema: queremos espacios de reflexión, conciencia y convivenciales
que nos permitan avanzar en la lucha contra lo que nos oprime y por
nuestra libertad y no nos cabe duda de que es en este marco de
solidaridad, de creación y de conquista de nuestras libertades en el que
encontramos y disfrutamos realmente de una verdadera felicidad, una
solidaridad y una lucha que no consideramos en absoluto agotadora, sino
liberadora y esperanzadora y de la que, por tanto, no queremos ni
necesitamos evasión ni descanso.
Porque no necesitamos ocio cuando
convertimos nuestra vida en algo creativo y gratificante, cuando ganamos
terreno a la esclavitud.
Grupo Anarquista Pirexia.
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