miércoles, 29 de febrero de 2012

¿Ellxs hablan de crisis?, ¡Nosotrxs de revolución social!

¿Crisis?. ¿Quienes son lxs que están en crisis?. Porque las grandes fortunas y las gigantescas empresas transnacionales no paran de crecer, mientras que somos lxs de abajo lxs que pagamos el pato. Hablan de que las políticas neoliberales provocaron la recesión de la economía y ahora nos venden que sólo profundizando en el neoliberalismo podremos salir del bache. Dicen que la desregulación de la economía provocó la crisis pero es desregulando más todavía la economía como pretenden salir de ella. Nos cuentan que los grandes mercados hicieron explotar la burbuja financiera, pero ahora tenemos que contentar a esos mismos grandes mercados hundiéndonos en la miseria.

Nos toman por idiotas. Esta crisis no es más que un invento para acumular en pocas manos el capital privado y, sobre todo, para retroceder las conquistas sociales a los oscuros tiempos de la revolución industrial. Para arrancar de las manos de lxs trabajadorxs todas las victorias alcanzadas con sudor y lágrimas en los últimos cien años, implementando así un nuevo Estado de control social sin precedentes que le permita a lxs poderosxs competir con las nuevas economías emergentes.

Desengañémonos, no se puede volver a los felices tiempos de las hipotecas a mansalva y de las alegres tarjetas de crédito, pues de aquellos polvos vienen estos lodos. Lo que tenemos ahora es la consecuencia inevitable del capitalismo y no de una mala gestión del mismo. Lxs políticxs no son más que títeres en manos de especuladorxs y banquerxs, son inversiones para las empresas que, con su alternancia, garantizan el mantenimiento del statu-quo. Pedirles a lxs políticxs que controlen a lxs banquerxs es como pedirle a la criada que controle a su amx. Pedirle a lxs banquerxs que se preocupen de lxs ciudadanxs es como pedirle al lobo que se preocupe de lxs corderxs.

El capitalismo jamás mirará por los intereses de la gente. El capitalismo es un sistema depredador y jerárquico que lleva la injusticia en lo más profundo de su esencia, pues es la desigualdad la que le da su razón de ser. Reformando el sistema sólo se consigue insuflarle más vida, perfeccionar su sin-sentido y prolongar nuestra agonía. Alcanzar una depredación más humana no es el camino para hacer de ésto un mundo mejor.

Indignarse no es suficiente, lo que hace falta es rebelarse. Ocupando plazas y haciendo sonar pitos y timbales jamás se consiguió derribar a un gobierno y menos cambiar un sistema entero. Los "canales establecidos" no son más que el método instaurado por el propio poder para no cambiar nada. Es necesario interrumpir los flujos de capital para que una protesta sea para el sistema algo más que una reafirmación de su "pluralidad democrática".

Las huelgas de un sólo día no son más que protestas testimoniales, el folclore en el que los pactos entre el poder y los sindicatos transformaron las luchas de lxs trabajadorxs. Los "Pactos de la Moncloa", allá por el año 77, al regular las formas de protesta, castraron la fuerza de la clase obrera y vaciaron de sentido las propias centrales sindicales, convertidas en apéndices del poder; en una subclase política que cobra de aquel al que dice combatir y que vive de burocratizar las luchas de lxs trabajadorxs. Los sindicatos son como una bicicleta sin ruedas, todxs pedalean para que nada se mueva.

Hace falta auto-organización y asamblearismo. Desechar a lxs líderes y a las jerarquías que pretendan decidir por nosotrxs, para tomar de una vez por todas las riendas de nuestras propias vidas. Hace falta acción directa para interrumpir el flujo de capital. Huelgas sin más límites temporales que el de ganar o perder, como eran antes de que el poder las domesticara, hasta que el enemigo ceda a la presión del pueblo organizado. Hacen falta hogueras y barricadas que, como en Grecia, corten las calles y abran el camino hacia la libertad.

¡¡Por la anarquía!!, ¡¡Por la revolución social!!.

Anarquistas contra el capital.

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