domingo, 25 de diciembre de 2011

LA ANARQUÍA


El ESTADO es GUERRAS,REPRESIÓN Y EXPLOTACIÓN ; La Ⓐanarquia es un ORDEN sin gobierno.

Sebastián Faure
DEFINICIÓN Y SIGNIFICACIÓN DE LA ANARQUÍA
La palabra ANARQUÍA viene del griego y está compuesta de la partícula
privativa a y de arquía, mando, poder, autoridad. Etimológicamente, pues, la
palabra ANARQUÍA, que debería escribirse an-arquía, significa estado de un
pueblo, o dicho con más exactitud, de un medio social sin gobierno.
Como ideal social y como realización efectiva, ANARQUÍA quiere decir una
manera de vivir en la cual el individuo, desembarazado de toda coacción legal y
colectiva que tenga a su servicio una fuerza pública no tendrá otras
obligaciones que las que le imponga su propia conciencia. Poseerá, por tanto,
la facultad de entregarse a las inspiraciones reflexivas de su iniciativa personal;
gozará del derecho de intentar todas las experiencias que le parezcan
deseables o fecundas; aceptará libremente todos los contratos que le liguen a
sus semejantes, siempre de carácter temporal y revocable; y no queriendo
hacer sufrir la autoridad de otro, sea quien sea. Así, dueño soberano de sí
mismo, de la dirección que dé a su vida, de la utilización que haga de sus
facultades, de sus conocimientos, de su actividad productora, de sus relaciones
de simpatía, de amistad y de amor, el individuo organizará su existencia como
mejor le parezca: desenvolviéndose en todos los sentidos a su manera,
gozando, en todo, de su plena y entera libertad, sin más límites que los
señalados por la libertad, plena y entera también, de los demás individuos.
Esta manera de vivir implica un régimen social del que está desterrada, de
hecho y de derecho, toda idea de salario y asalariado, de capitalista y
proletario, de amo y servidor, de gobernante y gobernado.
Se explica que, definida así la palabra ANARQUÍA, haya sido, con el tiempo,
insidiosamente desviada de su significación exacta; que haya sido tomada en el
sentido de “desorden”, y que en la mayoría de los diccionarios y enciclopedias
sólo se mencione esa acepción: desorden, y sus sinónimos: caos, trastorno,
confusión, etcétera.
Exceptuando a los anarquistas, todos los filósofos, moralistas y sociólogos,
incluso los teóricos de la democracia y los doctrinarios del socialismo, afirman
que sin gobierno, sin legislación, sin una fuerza represiva que asegure el
respeto a la ley y castigue toda infracción de ésta, no hay, no puede haber más
que desorden y criminalidad.
Ahora bien; ¿es que no se dan cuenta, moralistas y filósofos, estadistas y
sociólogos, del espantoso desorden que, a pesar de la autoridad que gobierna y
de la ley que reprime, reina en todas partes? ¿Tan ayunos están de sentido
crítico y de espíritu de observación que no advierten que, cuanto más aumenta
la reglamentación, y más se estrechan las mallas de la legislación, y más se
extiende el campo de la represión, en mayor grado se multiplican la
inmoralidad, la abyección, los delitos y los crímenes?
Es imposible que esos teóricos del “Orden” y esos profesores de “Moral”
confundan seria y honradamente lo que ellos llaman “Orden” con las
atrocidades, los horrores y las monstruosidades cuyo indignante espectáculo
pone ante nuestros ojos la observación diaria.
Y, si hay grados en lo imposible, mayor es aún la imposibilidad de que esos
sabios doctores acudan a la virtud de la Autoridad y a la fuerza de la Ley para
atenuar y hacer desaparecer a fortiori todas aquellas infamias.
Semejante pretensión sería pura demencia.
La ley tiene un solo objetivo: justificar primero y sancionar después todas las
usurpaciones e iniquidades sobre las cuales se asienta lo que los beneficiarios
de esas iniquidades y usurpaciones llaman “orden social”. Los detentadores de
la riqueza han cristalizado en la ley la legitimidad original de su forma; los
detentadores del Poder han elevado a la categoría de principio inmutable y
sagrado el respeto debido por las muchedumbres a los privilegiados, al Poder y
a la majestad con que se aureolan. Se puede examinar hasta el fondo el
conjunto de esos monumentos de hipocresía y de violencia que son los
Códigos, todos los Códigos: no se hallará una disposición que no esté en favor
de estos dos hechos de orden histórico y circunstancial que se pretende
convertir en hechos de orden natural y fatal: la Propiedad y la Autoridad. Cedo a
los hipócritas oficiales y a los profesionales del charlatanismo burgués todo lo
que en la legislación se refiere a la “Moral”, ya que ésta no es, ni puede ser, en
un estado social basado en la Autoridad y en la Propiedad, más que la humilde
servidora y la desvergonzada cómplice de aquélla y de ésta.
A propósito de la palabra ANARQUÍA, tomada en el sentido de desorden, nos
parece conveniente transcribir estas magníficas palabras de Kropotkin:
«“¿De qué orden se trata? ¿Es de la armonía con que soñamos los
anarquistas? ¿De la armonía que se establecerá libremente en las relaciones
humanas cuando la humanidad deje de estar dividida en dos clases, una de las
cuales es sacrificada en provecho de la otra? ¿De la armonía que surgirá
espontáneamente de la solidaridad de intereses, cuando todos los hombres
formen una sola familia, cuando cada uno trabaje para el bienestar de todos y
todos para el bienestar de cada uno? ¡Claro que no! Los que tachan a la
ANARQUÍA de ser la negación del Orden, no hablan de esta armonía de
porvenir; hablan del orden tal como se le concibe en nuestra sociedad actual.
Veamos, pues, lo que es ese “Orden” que la ANARQUÍA quiere destruir.
“El Orden de ahora, lo que se entiende por “Orden”, es que las nueve décimas
partes de la humanidad trabajen para procurar el lujo, los goces y la
satisfacción de las pasiones más execrables a un puñado de haraganes. El
Orden de la privación, para esas nueve décimas partes, de todo lo que es
condición necesaria para una vida higiénica, para un desenvolvimiento racional
de las cualidades intelectuales. Reducir a nueve décimas partes de la
humanidad a vivir al día, como bestias de carga, sin poder atreverse a pensar
jamás en los goces suministrados al hombre por el estudio de las ciencias, por
la creación artística: ¡he ahí “el Orden”!”
“El Orden es la miseria, el hambre convertida en estado normal de la sociedad.
Es el campesino irlandés muriendo de hambre; es el pueblo de Italia reducido a
tener que abandonar su campiña lujuriante para vagar a través de Europa en
busca de un túnel cualquiera que perforar, en donde correrá el peligro de morir
aplastado, tras haber subsistido unos meses más; es la tierra arrebatada al
campesino para dedicarla a la cría de ganado o de caza, que servirá de
alimento a los ricos; es la tierra dejada sin cultivar antes de restituirla al que no
pide otra cosa que cultivarla”.
“El Orden es la mujer que se vende para sustentar a sus hijos; es el niño
reducido a estar encerrado en una fábrica o a morir de inanición; es el fantasma
del obrero rebelde ante las puertas del rico, el fantasma del pueblo sublevado
ante las puertas de los gobernantes”.
“El Orden es una minoría ínfima elevada a los sitiales gubernamentales, que se
impone, por esta razón, a la mayoría, y que adiestra a sus hijos para ejercer
más tarde las mismas funciones, a fin de mantener los mismos privilegios por la
astucia, la corrupción, la fuerza y la matanza”.
“El Orden es la guerra continua de hombre a hombre, de oficio a oficio, de clase
a clase, de nación a nación; es el cañón que no cesa de retumbar; es la
devastación de las campiñas, el sacrificio de generaciones enteras sobre los
campos de batalla, la destrucción en una año de las riquezas acumuladas
durante siglos de rudo trabajo”.
“El Orden es la servidumbre, el encadenamiento del pensamiento, el
envilecimiento de la raza humana, sometida por el hierro y por el látigo; es la
muerte repentina por el grisú, la muerte lenta por el hundimiento, que hace
perecer todos los años, enterrados y destrozados, a millares de mineros,
víctimas de la avaricia de los patronos; es la persecución, bayoneta en ristre, de
los que se atreven a quejarse. ¡He ahí el Orden!”».
Y para dar mayor fuerza a su pensamiento, Kropotkin continúa en estos
términos:
«”Y el desorden, lo que suelen llamar desorden, es el levantamiento del pueblo
contra ese orden innoble, rompiendo sus cadenas, destruyendo sus trabas y
yendo hacia un porvenir mejor; es lo más glorioso que la humanidad tiene en su
historia; es la rebelión del pensamiento en la víspera de las revoluciones; es el
derrocamiento de las hipótesis sancionadas por la inmovilidad de los siglos
precedentes; es la aparición de todo un raudal de ideas nuevas, de invenciones
audaces; es la solución de los problemas de la ciencia”.
“El desorden es la abolición de la esclavitud antigua; es la insurrección de los
municipios, la abolición de la servidumbre feudal, las tentativas de abolición de
la servidumbre económica”.
“El desorden es la insurrección de los campesinos sublevados contra los curas
y los señores, quemando los castillos para dejar sitio a las cabañas, saliendo de
sus guaridas para ocupar un sitio al sol”.
“El desorden, lo que llaman el desorden, son las épocas durante las cuales
generaciones enteras soportan una lucha incesante y se sacrifican para
preparar a la humanidad una existencia mejor, librándola de las servidumbres
del pasado. Son las épocas durante las cuales el genio popular cobra su libre
desarrollo y da, en pocos años, pasos gigantescos, sin los cuales el hombre
permanecería en el estado de esclavo antiguo, de ser rastrero, de animal
envilecido en la miseria”.
“El desorden es el nacimiento de las más bellas pasiones y de las mayores
abnegaciones; es la epopeya del supremo amor a la humanidad”».

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