martes, 27 de agosto de 2013

Conciencia de clase

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Conciencia de clase

Hoy la clase obrera no aspira como antaño a emanciparse de la opresión y la esclavitud, a expropiar al estado y a la burguesía todos los recursos que acumulan para que todo el mundo pueda beneficiarse.  No, hoy no aspira a destruir a la burguesía.  Hoy desea vivir como la burguesía.

Conciencia de clase,clase obrera,Hoy desea vivir como la burguesía,burguesía,capitalismo,anticapitalismo,puesto de trabajo, salario,Estado ,ttp://www.facebook.com/pages/Anarquistas/378066755607147 Conciencia de clase Hoy la clase obrera no aspira como antaño a emanciparse de la opresión y la esclavitud, a expropiar al estado y a la burguesía todos los recursos que acumulan para que todo el mundo pueda beneficiarse.  No, hoy no aspira a destruir a la burguesía.  Hoy desea vivir como la burguesía. ¿Acaso no te das cuenta de que nunca formarás parte de su casta?  Sí, puedes llevar una vida similar a la suya a cambio de esclavizarte con tu patrón y con los bancos.  Sí, te permiten poseer ciertos artículos para que luego temas perderlos y así te muestres sumisos ante sus pretensiones.  ¿O es que creías que la fabricación en serie de productos extremadamente perecederos y de baja calidad, para que pudieras acceder a ellos, existe porque vivimos en un estado de bienestar donde todo el mundo puede tener aquello que desee?  Existe para que puedas consumir más y así ellos tengan que fabricar más, para enriquecerse mucho más, claro está.  Gastas tu dinero en artículos que tú mismo fabricas.  En cambio, no te ganas esos artículos con el sudor de tu frente, los adquieres gracias a la intermediación de los bancos y financieras, a los créditos, a las facilidades de pago… todo sea por consumir, todo sea por enriquecer más al empresario que no trabaja. La tecnología actual nos permite organizarnos de manera más rápida y eficaz, permite una mayor comunicación si se utiliza bien.  La misma tecnología actual permite aumentar la producción a pasos agigantados, pero ello no repercute en las mejoras laborales.  Al contrario, en vez de mejorar las condiciones laborales del trabajador porque la producción aumenta y los beneficios se multiplican, éste se ve cada vez más abocado a una situación de esclavitud encubierta.  Y puesto que ha decidido querer ser como los burgueses y ha asumido ciertos créditos con los bancos, este trabajador ha decidido también no poner en riesgo su lugar de trabajo.  No lo pone en riesgo porque siente que todo el mundo que ha creado a su alrededor, su casa, su familia, su coche, la ropa, el agua, la luz, el móvil… que su vida entera depende únicamente de ese puesto de trabajo, de ese mísero sueldo y de ese empresario sediento de beneficios.  Por lo tanto, opta por adoptar una actitud egoísta, por pensar “me da igual lo que ocurra, yo debo conservar este puesto de trabajo, necesito el salario”. Esta postura se ve más acentuada en los tiempos actuales, en los que no abunda el trabajo y sobran trabajadores.  Sin embargo, tiene su lógica: si la tecnología permite que aumente la producción con menos trabajadores, llegará un momento que serán necesarias muchas menos personas para producir la misma cantidad de bienes o artículos.  Este proceso inverso y paralelo está destinado a colapsarse, creando situaciones extremas de pobreza y un estrato social muy similar a la de la tiempos feudales.  El momento del colapso vendrá cuando ya no puedan incorporarse más personas al consumo (se incorporó la mujer aprovechando los movimientos feministas y estos últimos años se ha incorporado a jóvenes y chavales de muy cortas edades –con juguetes de diseño, teléfonos móviles y ordenadores a edades cada vez más tempranas, ropas de marca, etc.-, así como a las clases más humildes con los famosos stocks, los créditos, segundas marcas y marcas blancas), entonces el sistema de producción necesitará de un máximo de unidades para poder obtener beneficios (ya que el resto no se venderá) máximo que obtendrá cada vez con menos trabajadores a medida que avance la tecnología. Pero no pasa nada, asumida a la fuerza tu actitud egoísta, solamente importa el momento presente, del pasado reniegas y del futuro solamente quieres ver sueños, pero nunca la realidad.  “Ya pasará… ya estaremos mejor… cuando pase la crisis, yo…” Piensa unos instantes, reflexiona… ¿realmente vale la pena? ¿Vale la pena vivir siempre como un esclavo para poseer bienes que condicionarán tu vida el resto de tus días?  ¿No sería mucho mejor que todo aquello que acumulan y poseen las clases pudientes, la burguesía, el estado, la iglesia… fuese puesto en común para beneficio de todos los mortales y no sólo de unos pocos?  Si eres consciente de que se produce en masa para que consumamos más, si eres consciente de que sobran recursos para que todo el mundo vivamos en la abundancia, sin miserias, sin hambres… ¿por qué te conformas con una vida de miedos, de privaciones, de esclavitud, de angustias… para que ellos vivan con todos los excesos y comodidades?  ¿De verdad piensas que todo debe funcionar así y ya está?  A lo largo de los siglos el ser humano ha ido conformando su propia historia… ¿por qué no lo hacemos ahora nosotras y nosotros?  Sin nosotros que producimos todo lo existente en este planeta, ellos no son nadie ni nada. Tú cultivas los alimentos que sacian los estómagos de todo el mundo, tú construyes las casas que nos resguardan del frío y del calor, tú produces la ropa que viste hasta el último habitante de la tierra, tú fabricas, los vehículos, los electrodomésticos y cualquier bien material que exista sobre la faz de la tierra.  Y en cambio, otorgas los beneficios a ellos y vendes tu fuerza de trabajo para poder comprar aquello que tú mismo produces. Algunos dirán:  “si el empresario no hubiese invertido el capital, nosotros no podríamos trabajar, no podríamos comprar ni la nave ni las máquinas”.  En primer lugar, ¿con qué derecho este empresario dispone del capital necesario, y tú no?  A este empresario seguramente le echarán una mano los políticos de turno, con los permisos, licencias, etc.  Le impondrán facilidades.  Pero, salvando este hecho y asumiéndolo como natural aunque en absoluto lo sea,  pongamos que el empresario invierte 600.000 euros en una fábrica o empresa, y que este empresario obtenga unos beneficios netos anuales de 35.000 euros, cantidad bastante por debajo de la media real.  Pues en menos de 18 años el empresario habría recuperado el dinero invertido y habría obtenido beneficios.  Y si tenemos en cuenta que cada año el porcentaje de beneficios respecto a la inversión crece, pues la inversión se va amortizando, los beneficios llegan en menos tiempo.  El empresario suele invertir en bolsa, ingresar a plazo fijo, y ejercer otras operaciones que hacen que sus beneficios produzcan nuevos beneficios.  Con esos beneficios puede incluso abrir otra nave y otra nueva empresa, cuyos costes serán nulos ya que el capital proviene de un beneficio anterior. Este empresario ha prestado unas instalaciones a unos trabajadores que le han pagado por poder usarlas en concepto de beneficios, y sus sueldos anuales equivalen a un porcentaje muy bajo respecto al valor del artículo acabado o servicio prestado.  Es decir, de todo el beneficio de lo que producen los trabajadores, éstos solamente se quedan una pequeña parte de este dinero en concepto de salario y todo el resto son beneficios para el empresario, es como si pagásemos al empresario por trabajar.  Así que en unos años, estos trabajadores deberían de poseer la nave y las máquinas, puesto que ya se las han pagado al empresario con su trabajo, pero en cambio el empresario seguirá poseyendo la nave, las máquinas y los beneficios, pasen los años que pasen.  Puede incluso que su descendencia continúe al frente de esta empresa cuyos trabajadores ya le han producido dos o tres veces su valor. Este sistema es casi idéntico al sistema feudal, donde el campesino debía de pagar el diezmo, una parte de su cosecha, al dueño de las tierras que ellos mismos cultivaban.  Este dueño de las tierras, de no haber campesinos que la cultivasen, solamente hubiese poseído un pedazo yermo de tierra; pero con campesinos que la cultivasen, se otorgaba el derecho de llamarse señor y de mandar sobre ellos además de robarles parte de la cosecha:  vivía de estos campesinos, de su trabajo, y él no trabajaba nunca, nunca se fatigaba ni sudaba para comer.  Sin campesinos, se hubiera muerto de hambre.  Y hace más de mil años que seguimos igual.  De la misma manera, hoy entregas una parte de tu propia producción al dueño de unas máquinas que sin ti, nada harían. Siguiendo con este ejemplo y volviendo al empresario del ejemplo anterior, si en un momento dado el empresario desapareciese de repente, la fábrica continuará produciendo pues los trabajadores conocen sus funciones, las máquinas, los pasos a seguir, todo funcionará perfectamente.  Pero si el empresario se levanta un día y de repente ve su fábrica totalmente vacía de trabajadores, sin nadie que haga funcionar las máquinas, ello supondría su ruina, no se produciría nada, y ni la nave ni las máquinas servirían para nada en absoluto. El empresario, el jefe, el patrón, te imponen sus condiciones de trabajo, auspiciadas bajo el poder del Estado.  Patrón, burgués… son conceptos más típicos de hace cien años que de este siglo XXI.  Pero su contenido sigue presente, sus significados siguen vigentes… ¿por qué cambiar el significante, el nombre?  Bien es conocido por todos el poder del lenguaje sobre las sociedades.  Recuperemos pues nuestro propio lenguaje, el lenguaje del pueblo oprimido que quiere liberarse. El patrón, pues, impone sus propias condiciones de trabajo, cada vez más explotadoras e indignas para nosotras y nosotros.  Pero nosotros, quienes hacemos que se enriquezcan produciendo y consumiendo, ya no somos capaces de plantarnos ante este patrón y ante el Estado y decir “¡basta!”.  No somos conscientes de que si nos detenemos, su vida también se detiene, de que si luchamos, su poder sobre nosotros se desvanece.  Pero en vez de decirle al patrón y al Estado “oye, si yo me planto y no produzco más, tus fábricas no servirán para nada, así que vas a respetar a tus trabajadores”, callamos y agachamos la cabeza humildemente, aceptando con resignación toda agresión laboral a causa del temor a perder este puesto de trabajo.  Así, conseguimos que el propio trabajador sea el primero que teme la organización de los mismos trabajadores, en vez de ser el patrón quien tema esta organización. Pero puede llegar el día en que nos plantemos y exclamemos: “nuestros abuelos, nuestros padres, nosotros mismos ya pagamos con creces todas estas fábricas, escuelas, hospitales… nosotros las construimos y nosotros las hacemos funcionar.  Sí, nosotros somos quienes hacemos funcionar la sociedad, y no vosotros, aves de rapiña, que no hacéis sino entorpecer nuestra evolución hacia una sociedad mayor.  Y puesto que nosotros somos el motor de la sociedad, no queremos lastres en nuestra marcha hacia el futuro.  Os desterramos de estas nuestras fábricas, de nuestros colegios y universidades, de nuestros hospitales, os desterramos de nuestras vidas. ”  ¿Es una locura?  Tal vez lo sea, pero lo será para el Estado y la burguesía.  Para nosotros será la liberación. Si quieren cerrar una fábrica y desmantelarla para llevársela a otros lugares, ¿acaso sus obreros no pueden tomarla en pleno derecho y seguir con una producción que sí tiene demanda?  Si quieren cerrar escuelas y hospitales, o privatizarlos, ¿acaso no existen bastantes profesionales en situación de desempleo, además de los que estén en activo y se vean afectados, para continuar con las funciones que desempeñan estos centros?  ¿Acaso el barrio, pueblo o ciudad afectados no serían capaces de gestionarlo todo comunitariamente, dado que responde a intereses directos?  Creer que no es posible significa defender la incapacidad del ser humano.  Pero el ser humano es capaz de realizar las más grandes maravillas, no hay más que repasar la historia. Esto eres tú: la clase obrera.  Eres la clase oprimida, la que trabaja para enriquecer a otros, la que consume lo mismo que ella misma produce, la que regala al burgués su salud, su esfuerzo y su propia vida.  Y solamente tú, motor de la vida, motor de la historia, puedes cambiar tu destino.  ¿Por qué dejarlo a merced de quienes te oprimen y explotan, de quienes se aprovechan de ti?  ¿Crees de verdad que les interesa mejorar tus condiciones a expensar de empeorar las suyas?  No seas iluso, no hay más realidad que lo que ellos llaman utopía y tú estás viviendo en una falsa realidad por ellos creada y controlada. Piensa, reflexiona, cuestiónatelo todo, y siéntete capaz de todo, pues realmente lo eres.  Piensa si realmente merece la pena seguir manteniendo este sistema injusto donde unos pocos viven de otros muchos.  El mundo puede ser de otra manera, y lo sabes. Salud, anarquía y revolución social.    http://lasaforcnt.blogspot.com.es/2013/08/conciencia-de-clase.html

¿Acaso no te das cuenta de que nunca formarás parte de su casta?  Sí, puedes llevar una vida similar a la suya a cambio de esclavizarte con tu patrón y con los bancos.  Sí, te permiten poseer ciertos artículos para que luego temas perderlos y así te muestres sumisos ante sus pretensiones.  ¿O es que creías que la fabricación en serie de productos extremadamente perecederos y de baja calidad, para que pudieras acceder a ellos, existe porque vivimos en un estado de bienestar donde todo el mundo puede tener aquello que desee?  Existe para que puedas consumir más y así ellos tengan que fabricar más, para enriquecerse mucho más, claro está.  Gastas tu dinero en artículos que tú mismo fabricas.  En cambio, no te ganas esos artículos con el sudor de tu frente, los adquieres gracias a la intermediación de los bancos y financieras, a los créditos, a las facilidades de pago… todo sea por consumir, todo sea por enriquecer más al empresario que no trabaja.

La tecnología actual nos permite organizarnos de manera más rápida y eficaz, permite una mayor comunicación si se utiliza bien.  La misma tecnología actual permite aumentar la producción a pasos agigantados, pero ello no repercute en las mejoras laborales.  Al contrario, en vez de mejorar las condiciones laborales del trabajador porque la producción aumenta y los beneficios se multiplican, éste se ve cada vez más abocado a una situación de esclavitud encubierta.  Y puesto que ha decidido querer ser como los burgueses y ha asumido ciertos créditos con los bancos, este trabajador ha decidido también no poner en riesgo su lugar de trabajo.  No lo pone en riesgo porque siente que todo el mundo que ha creado a su alrededor, su casa, su familia, su coche, la ropa, el agua, la luz, el móvil… que su vida entera depende únicamente de ese puesto de trabajo, de ese mísero sueldo y de ese empresario sediento de beneficios.  Por lo tanto, opta por adoptar una actitud egoísta, por pensar “me da igual lo que ocurra, yo debo conservar este puesto de trabajo, necesito el salario”.

Esta postura se ve más acentuada en los tiempos actuales, en los que no abunda el trabajo y sobran trabajadores.  Sin embargo, tiene su lógica: si la tecnología permite que aumente la producción con menos trabajadores, llegará un momento que serán necesarias muchas menos personas para producir la misma cantidad de bienes o artículos.  Este proceso inverso y paralelo está destinado a colapsarse, creando situaciones extremas de pobreza y un estrato social muy similar a la de la tiempos feudales.  El momento del colapso vendrá cuando ya no puedan incorporarse más personas al consumo (se incorporó la mujer aprovechando los movimientos feministas y estos últimos años se ha incorporado a jóvenes y chavales de muy cortas edades –con juguetes de diseño, teléfonos móviles y ordenadores a edades cada vez más tempranas, ropas de marca, etc.-, así como a las clases más humildes con los famosos stocks, los créditos, segundas marcas y marcas blancas), entonces el sistema de producción necesitará de un máximo de unidades para poder obtener beneficios (ya que el resto no se venderá) máximo que obtendrá cada vez con menos trabajadores a medida que avance la tecnología.

Pero no pasa nada, asumida a la fuerza tu actitud egoísta, solamente importa el momento presente, del pasado reniegas y del futuro solamente quieres ver sueños, pero nunca la realidad.  “Ya pasará… ya estaremos mejor… cuando pase la crisis, yo…”

Piensa unos instantes, reflexiona… ¿realmente vale la pena? ¿Vale la pena vivir siempre como un esclavo para poseer bienes que condicionarán tu vida el resto de tus días?  ¿No sería mucho mejor que todo aquello que acumulan y poseen las clases pudientes, la burguesía, el estado, la iglesia… fuese puesto en común para beneficio de todos los mortales y no sólo de unos pocos?  Si eres consciente de que se produce en masa para que consumamos más, si eres consciente de que sobran recursos para que todo el mundo vivamos en la abundancia, sin miserias, sin hambres… ¿por qué te conformas con una vida de miedos, de privaciones, de esclavitud, de angustias… para que ellos vivan con todos los excesos y comodidades?  ¿De verdad piensas que todo debe funcionar así y ya está?  A lo largo de los siglos el ser humano ha ido conformando su propia historia… ¿por qué no lo hacemos ahora nosotras y nosotros?  Sin nosotros que producimos todo lo existente en este planeta, ellos no son nadie ni nada.

Tú cultivas los alimentos que sacian los estómagos de todo el mundo, tú construyes las casas que nos resguardan del frío y del calor, tú produces la ropa que viste hasta el último habitante de la tierra, tú fabricas, los vehículos, los electrodomésticos y cualquier bien material que exista sobre la faz de la tierra.  Y en cambio, otorgas los beneficios a ellos y vendes tu fuerza de trabajo para poder comprar aquello que tú mismo produces.

Algunos dirán:  “si el empresario no hubiese invertido el capital, nosotros no podríamos trabajar, no podríamos comprar ni la nave ni las máquinas”.  En primer lugar, ¿con qué derecho este empresario dispone del capital necesario, y tú no?  A este empresario seguramente le echarán una mano los políticos de turno, con los permisos, licencias, etc.  Le impondrán facilidades.  Pero, salvando este hecho y asumiéndolo como natural aunque en absoluto lo sea,  pongamos que el empresario invierte 600.000 euros en una fábrica o empresa, y que este empresario obtenga unos beneficios netos anuales de 35.000 euros, cantidad bastante por debajo de la media real.  Pues en menos de 18 años el empresario habría recuperado el dinero invertido y habría obtenido beneficios.  Y si tenemos en cuenta que cada año el porcentaje de beneficios respecto a la inversión crece, pues la inversión se va amortizando, los beneficios llegan en menos tiempo.  El empresario suele invertir en bolsa, ingresar a plazo fijo, y ejercer otras operaciones que hacen que sus beneficios produzcan nuevos beneficios.  Con esos beneficios puede incluso abrir otra nave y otra nueva empresa, cuyos costes serán nulos ya que el capital proviene de un beneficio anterior.

Este empresario ha prestado unas instalaciones a unos trabajadores que le han pagado por poder usarlas en concepto de beneficios, y sus sueldos anuales equivalen a un porcentaje muy bajo respecto al valor del artículo acabado o servicio prestado.  Es decir, de todo el beneficio de lo que producen los trabajadores, éstos solamente se quedan una pequeña parte de este dinero en concepto de salario y todo el resto son beneficios para el empresario, es como si pagásemos al empresario por trabajar.  Así que en unos años, estos trabajadores deberían de poseer la nave y las máquinas, puesto que ya se las han pagado al empresario con su trabajo, pero en cambio el empresario seguirá poseyendo la nave, las máquinas y los beneficios, pasen los años que pasen.  Puede incluso que su descendencia continúe al frente de esta empresa cuyos trabajadores ya le han producido dos o tres veces su valor.

Conciencia de clase,clase obrera,Hoy desea vivir como la burguesía,burguesía,capitalismo,anticapitalismo,puesto de trabajo, salario,Estado ,ttp://www.facebook.com/pages/Anarquistas/378066755607147 Conciencia de clase Hoy la clase obrera no aspira como antaño a emanciparse de la opresión y la esclavitud, a expropiar al estado y a la burguesía todos los recursos que acumulan para que todo el mundo pueda beneficiarse.  No, hoy no aspira a destruir a la burguesía.  Hoy desea vivir como la burguesía. ¿Acaso no te das cuenta de que nunca formarás parte de su casta?  Sí, puedes llevar una vida similar a la suya a cambio de esclavizarte con tu patrón y con los bancos.  Sí, te permiten poseer ciertos artículos para que luego temas perderlos y así te muestres sumisos ante sus pretensiones.  ¿O es que creías que la fabricación en serie de productos extremadamente perecederos y de baja calidad, para que pudieras acceder a ellos, existe porque vivimos en un estado de bienestar donde todo el mundo puede tener aquello que desee?  Existe para que puedas consumir más y así ellos tengan que fabricar más, para enriquecerse mucho más, claro está.  Gastas tu dinero en artículos que tú mismo fabricas.  En cambio, no te ganas esos artículos con el sudor de tu frente, los adquieres gracias a la intermediación de los bancos y financieras, a los créditos, a las facilidades de pago… todo sea por consumir, todo sea por enriquecer más al empresario que no trabaja. La tecnología actual nos permite organizarnos de manera más rápida y eficaz, permite una mayor comunicación si se utiliza bien.  La misma tecnología actual permite aumentar la producción a pasos agigantados, pero ello no repercute en las mejoras laborales.  Al contrario, en vez de mejorar las condiciones laborales del trabajador porque la producción aumenta y los beneficios se multiplican, éste se ve cada vez más abocado a una situación de esclavitud encubierta.  Y puesto que ha decidido querer ser como los burgueses y ha asumido ciertos créditos con los bancos, este trabajador ha decidido también no poner en riesgo su lugar de trabajo.  No lo pone en riesgo porque siente que todo el mundo que ha creado a su alrededor, su casa, su familia, su coche, la ropa, el agua, la luz, el móvil… que su vida entera depende únicamente de ese puesto de trabajo, de ese mísero sueldo y de ese empresario sediento de beneficios.  Por lo tanto, opta por adoptar una actitud egoísta, por pensar “me da igual lo que ocurra, yo debo conservar este puesto de trabajo, necesito el salario”. Esta postura se ve más acentuada en los tiempos actuales, en los que no abunda el trabajo y sobran trabajadores.  Sin embargo, tiene su lógica: si la tecnología permite que aumente la producción con menos trabajadores, llegará un momento que serán necesarias muchas menos personas para producir la misma cantidad de bienes o artículos.  Este proceso inverso y paralelo está destinado a colapsarse, creando situaciones extremas de pobreza y un estrato social muy similar a la de la tiempos feudales.  El momento del colapso vendrá cuando ya no puedan incorporarse más personas al consumo (se incorporó la mujer aprovechando los movimientos feministas y estos últimos años se ha incorporado a jóvenes y chavales de muy cortas edades –con juguetes de diseño, teléfonos móviles y ordenadores a edades cada vez más tempranas, ropas de marca, etc.-, así como a las clases más humildes con los famosos stocks, los créditos, segundas marcas y marcas blancas), entonces el sistema de producción necesitará de un máximo de unidades para poder obtener beneficios (ya que el resto no se venderá) máximo que obtendrá cada vez con menos trabajadores a medida que avance la tecnología. Pero no pasa nada, asumida a la fuerza tu actitud egoísta, solamente importa el momento presente, del pasado reniegas y del futuro solamente quieres ver sueños, pero nunca la realidad.  “Ya pasará… ya estaremos mejor… cuando pase la crisis, yo…” Piensa unos instantes, reflexiona… ¿realmente vale la pena? ¿Vale la pena vivir siempre como un esclavo para poseer bienes que condicionarán tu vida el resto de tus días?  ¿No sería mucho mejor que todo aquello que acumulan y poseen las clases pudientes, la burguesía, el estado, la iglesia… fuese puesto en común para beneficio de todos los mortales y no sólo de unos pocos?  Si eres consciente de que se produce en masa para que consumamos más, si eres consciente de que sobran recursos para que todo el mundo vivamos en la abundancia, sin miserias, sin hambres… ¿por qué te conformas con una vida de miedos, de privaciones, de esclavitud, de angustias… para que ellos vivan con todos los excesos y comodidades?  ¿De verdad piensas que todo debe funcionar así y ya está?  A lo largo de los siglos el ser humano ha ido conformando su propia historia… ¿por qué no lo hacemos ahora nosotras y nosotros?  Sin nosotros que producimos todo lo existente en este planeta, ellos no son nadie ni nada. Tú cultivas los alimentos que sacian los estómagos de todo el mundo, tú construyes las casas que nos resguardan del frío y del calor, tú produces la ropa que viste hasta el último habitante de la tierra, tú fabricas, los vehículos, los electrodomésticos y cualquier bien material que exista sobre la faz de la tierra.  Y en cambio, otorgas los beneficios a ellos y vendes tu fuerza de trabajo para poder comprar aquello que tú mismo produces. Algunos dirán:  “si el empresario no hubiese invertido el capital, nosotros no podríamos trabajar, no podríamos comprar ni la nave ni las máquinas”.  En primer lugar, ¿con qué derecho este empresario dispone del capital necesario, y tú no?  A este empresario seguramente le echarán una mano los políticos de turno, con los permisos, licencias, etc.  Le impondrán facilidades.  Pero, salvando este hecho y asumiéndolo como natural aunque en absoluto lo sea,  pongamos que el empresario invierte 600.000 euros en una fábrica o empresa, y que este empresario obtenga unos beneficios netos anuales de 35.000 euros, cantidad bastante por debajo de la media real.  Pues en menos de 18 años el empresario habría recuperado el dinero invertido y habría obtenido beneficios.  Y si tenemos en cuenta que cada año el porcentaje de beneficios respecto a la inversión crece, pues la inversión se va amortizando, los beneficios llegan en menos tiempo.  El empresario suele invertir en bolsa, ingresar a plazo fijo, y ejercer otras operaciones que hacen que sus beneficios produzcan nuevos beneficios.  Con esos beneficios puede incluso abrir otra nave y otra nueva empresa, cuyos costes serán nulos ya que el capital proviene de un beneficio anterior. Este empresario ha prestado unas instalaciones a unos trabajadores que le han pagado por poder usarlas en concepto de beneficios, y sus sueldos anuales equivalen a un porcentaje muy bajo respecto al valor del artículo acabado o servicio prestado.  Es decir, de todo el beneficio de lo que producen los trabajadores, éstos solamente se quedan una pequeña parte de este dinero en concepto de salario y todo el resto son beneficios para el empresario, es como si pagásemos al empresario por trabajar.  Así que en unos años, estos trabajadores deberían de poseer la nave y las máquinas, puesto que ya se las han pagado al empresario con su trabajo, pero en cambio el empresario seguirá poseyendo la nave, las máquinas y los beneficios, pasen los años que pasen.  Puede incluso que su descendencia continúe al frente de esta empresa cuyos trabajadores ya le han producido dos o tres veces su valor. Este sistema es casi idéntico al sistema feudal, donde el campesino debía de pagar el diezmo, una parte de su cosecha, al dueño de las tierras que ellos mismos cultivaban.  Este dueño de las tierras, de no haber campesinos que la cultivasen, solamente hubiese poseído un pedazo yermo de tierra; pero con campesinos que la cultivasen, se otorgaba el derecho de llamarse señor y de mandar sobre ellos además de robarles parte de la cosecha:  vivía de estos campesinos, de su trabajo, y él no trabajaba nunca, nunca se fatigaba ni sudaba para comer.  Sin campesinos, se hubiera muerto de hambre.  Y hace más de mil años que seguimos igual.  De la misma manera, hoy entregas una parte de tu propia producción al dueño de unas máquinas que sin ti, nada harían. Siguiendo con este ejemplo y volviendo al empresario del ejemplo anterior, si en un momento dado el empresario desapareciese de repente, la fábrica continuará produciendo pues los trabajadores conocen sus funciones, las máquinas, los pasos a seguir, todo funcionará perfectamente.  Pero si el empresario se levanta un día y de repente ve su fábrica totalmente vacía de trabajadores, sin nadie que haga funcionar las máquinas, ello supondría su ruina, no se produciría nada, y ni la nave ni las máquinas servirían para nada en absoluto. El empresario, el jefe, el patrón, te imponen sus condiciones de trabajo, auspiciadas bajo el poder del Estado.  Patrón, burgués… son conceptos más típicos de hace cien años que de este siglo XXI.  Pero su contenido sigue presente, sus significados siguen vigentes… ¿por qué cambiar el significante, el nombre?  Bien es conocido por todos el poder del lenguaje sobre las sociedades.  Recuperemos pues nuestro propio lenguaje, el lenguaje del pueblo oprimido que quiere liberarse. El patrón, pues, impone sus propias condiciones de trabajo, cada vez más explotadoras e indignas para nosotras y nosotros.  Pero nosotros, quienes hacemos que se enriquezcan produciendo y consumiendo, ya no somos capaces de plantarnos ante este patrón y ante el Estado y decir “¡basta!”.  No somos conscientes de que si nos detenemos, su vida también se detiene, de que si luchamos, su poder sobre nosotros se desvanece.  Pero en vez de decirle al patrón y al Estado “oye, si yo me planto y no produzco más, tus fábricas no servirán para nada, así que vas a respetar a tus trabajadores”, callamos y agachamos la cabeza humildemente, aceptando con resignación toda agresión laboral a causa del temor a perder este puesto de trabajo.  Así, conseguimos que el propio trabajador sea el primero que teme la organización de los mismos trabajadores, en vez de ser el patrón quien tema esta organización. Pero puede llegar el día en que nos plantemos y exclamemos: “nuestros abuelos, nuestros padres, nosotros mismos ya pagamos con creces todas estas fábricas, escuelas, hospitales… nosotros las construimos y nosotros las hacemos funcionar.  Sí, nosotros somos quienes hacemos funcionar la sociedad, y no vosotros, aves de rapiña, que no hacéis sino entorpecer nuestra evolución hacia una sociedad mayor.  Y puesto que nosotros somos el motor de la sociedad, no queremos lastres en nuestra marcha hacia el futuro.  Os desterramos de estas nuestras fábricas, de nuestros colegios y universidades, de nuestros hospitales, os desterramos de nuestras vidas. ”  ¿Es una locura?  Tal vez lo sea, pero lo será para el Estado y la burguesía.  Para nosotros será la liberación. Si quieren cerrar una fábrica y desmantelarla para llevársela a otros lugares, ¿acaso sus obreros no pueden tomarla en pleno derecho y seguir con una producción que sí tiene demanda?  Si quieren cerrar escuelas y hospitales, o privatizarlos, ¿acaso no existen bastantes profesionales en situación de desempleo, además de los que estén en activo y se vean afectados, para continuar con las funciones que desempeñan estos centros?  ¿Acaso el barrio, pueblo o ciudad afectados no serían capaces de gestionarlo todo comunitariamente, dado que responde a intereses directos?  Creer que no es posible significa defender la incapacidad del ser humano.  Pero el ser humano es capaz de realizar las más grandes maravillas, no hay más que repasar la historia. Esto eres tú: la clase obrera.  Eres la clase oprimida, la que trabaja para enriquecer a otros, la que consume lo mismo que ella misma produce, la que regala al burgués su salud, su esfuerzo y su propia vida.  Y solamente tú, motor de la vida, motor de la historia, puedes cambiar tu destino.  ¿Por qué dejarlo a merced de quienes te oprimen y explotan, de quienes se aprovechan de ti?  ¿Crees de verdad que les interesa mejorar tus condiciones a expensar de empeorar las suyas?  No seas iluso, no hay más realidad que lo que ellos llaman utopía y tú estás viviendo en una falsa realidad por ellos creada y controlada. Piensa, reflexiona, cuestiónatelo todo, y siéntete capaz de todo, pues realmente lo eres.  Piensa si realmente merece la pena seguir manteniendo este sistema injusto donde unos pocos viven de otros muchos.  El mundo puede ser de otra manera, y lo sabes. Salud, anarquía y revolución social.    http://lasaforcnt.blogspot.com.es/2013/08/conciencia-de-clase.html

Este sistema es casi idéntico al sistema feudal, donde el campesino debía de pagar el diezmo, una parte de su cosecha, al dueño de las tierras que ellos mismos cultivaban.  Este dueño de las tierras, de no haber campesinos que la cultivasen, solamente hubiese poseído un pedazo yermo de tierra; pero con campesinos que la cultivasen, se otorgaba el derecho de llamarse señor y de mandar sobre ellos además de robarles parte de la cosecha:  vivía de estos campesinos, de su trabajo, y él no trabajaba nunca, nunca se fatigaba ni sudaba para comer.  Sin campesinos, se hubiera muerto de hambre.  Y hace más de mil años que seguimos igual.  De la misma manera, hoy entregas una parte de tu propia producción al dueño de unas máquinas que sin ti, nada harían.

Siguiendo con este ejemplo y volviendo al empresario del ejemplo anterior, si en un momento dado el empresario desapareciese de repente, la fábrica continuará produciendo pues los trabajadores conocen sus funciones, las máquinas, los pasos a seguir, todo funcionará perfectamente.  Pero si el empresario se levanta un día y de repente ve su fábrica totalmente vacía de trabajadores, sin nadie que haga funcionar las máquinas, ello supondría su ruina, no se produciría nada, y ni la nave ni las máquinas servirían para nada en absoluto.

El empresario, el jefe, el patrón, te imponen sus condiciones de trabajo, auspiciadas bajo el poder del Estado.  Patrón, burgués… son conceptos más típicos de hace cien años que de este siglo XXI.  Pero su contenido sigue presente, sus significados siguen vigentes… ¿por qué cambiar el significante, el nombre?  Bien es conocido por todos el poder del lenguaje sobre las sociedades.  Recuperemos pues nuestro propio lenguaje, el lenguaje del pueblo oprimido que quiere liberarse.

El patrón, pues, impone sus propias condiciones de trabajo, cada vez más explotadoras e indignas para nosotras y nosotros.  Pero nosotros, quienes hacemos que se enriquezcan produciendo y consumiendo, ya no somos capaces de plantarnos ante este patrón y ante el Estado y decir “¡basta!”.  No somos conscientes de que si nos detenemos, su vida también se detiene, de que si luchamos, su poder sobre nosotros se desvanece.  Pero en vez de decirle al patrón y al Estado “oye, si yo me planto y no produzco más, tus fábricas no servirán para nada, así que vas a respetar a tus trabajadores”, callamos y agachamos la cabeza humildemente, aceptando con resignación toda agresión laboral a causa del temor a perder este puesto de trabajo.  Así, conseguimos que el propio trabajador sea el primero que teme la organización de los mismos trabajadores, en vez de ser el patrón quien tema esta organización.

Pero puede llegar el día en que nos plantemos y exclamemos: “nuestros abuelos, nuestros padres, nosotros mismos ya pagamos con creces todas estas fábricas, escuelas, hospitales… nosotros las construimos y nosotros las hacemos funcionar.  Sí, nosotros somos quienes hacemos funcionar la sociedad, y no vosotros, aves de rapiña, que no hacéis sino entorpecer nuestra evolución hacia una sociedad mayor.  Y puesto que nosotros somos el motor de la sociedad, no queremos lastres en nuestra marcha hacia el futuro.  Os desterramos de estas nuestras fábricas, de nuestros colegios y universidades, de nuestros hospitales, os desterramos de nuestras vidas. ”  ¿Es una locura?  Tal vez lo sea, pero lo será para el Estado y la burguesía.  Para nosotros será la liberación.

Si quieren cerrar una fábrica y desmantelarla para llevársela a otros lugares, ¿acaso sus obreros no pueden tomarla en pleno derecho y seguir con una producción que sí tiene demanda?  Si quieren cerrar escuelas y hospitales, o privatizarlos, ¿acaso no existen bastantes profesionales en situación de desempleo, además de los que estén en activo y se vean afectados, para continuar con las funciones que desempeñan estos centros?  ¿Acaso el barrio, pueblo o ciudad afectados no serían capaces de gestionarlo todo comunitariamente, dado que responde a intereses directos?  Creer que no es posible significa defender la incapacidad del ser humano.  Pero el ser humano es capaz de realizar las más grandes maravillas, no hay más que repasar la historia.

Esto eres tú: la clase obrera.  Eres la clase oprimida, la que trabaja para enriquecer a otros, la que consume lo mismo que ella misma produce, la que regala al burgués su salud, su esfuerzo y su propia vida.  Y solamente tú, motor de la vida, motor de la historia, puedes cambiar tu destino.  ¿Por qué dejarlo a merced de quienes te oprimen y explotan, de quienes se aprovechan de ti?  ¿Crees de verdad que les interesa mejorar tus condiciones a expensar de empeorar las suyas?  No seas iluso, no hay más realidad que lo que ellos llaman utopía y tú estás viviendo en una falsa realidad por ellos creada y controlada.

Piensa, reflexiona, cuestiónatelo todo, y siéntete capaz de todo, pues realmente lo eres.  Piensa si realmente merece la pena seguir manteniendo este sistema injusto donde unos pocos viven de otros muchos.  El mundo puede ser de otra manera, y lo sabes.

Salud, anarquía y revolución social.
 
http://lasaforcnt.blogspot.com.es/2013/08/conciencia-de-clase.html

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